El médico flebólogo e investigador Miguel Ángel Gramajo Booth da los tips fundamentales.
 

Controlar la cantidad de sal. Su exceso influye negativamente sobre la circulación de la sangre, provocando trastornos y favoreciendo la retención de líquidos. Además de limitar el "salero", también es importante no abusar de alimentos que ya contienen sodio, como son los snacks, los encurtidos, los quesos crudos o fiambres.
 

Evitar las grasas saturadas. Su consumo excesivo tiende a incrementar los niveles de triglicéridos y colesterol plasmáticos y a aumentar la viscosidad de la sangre. Esto dificulta notablemente la circulación. Las hortalizas, verduras, frutas frescas, cereales integrales, levadura de cerveza y legumbres contienen potasio, un mineral esencial para mejorar la circulación.
 

Incorporar las grasas buenas. A diferencia de las grasas saturadas, aquellas poliinsaturadas disminuyen la viscosidad de la sangre y favorecen la corriente sanguínea. Además, aumentan el "colesterol bueno" y hacen que el "colesterol malo" no se acumule alrededor de las arterias (evitando así la formación de placas en las paredes de los vasos sanguíneos). Los aceites de semillas (girasol, maíz, chía), los frutos secos y el pescado azul son buenas fuentes de estos nutrientes.
 

Consumir alimentos ricos en potasio. Contrariamente a lo que ocurre con el sodio, este mineral tiene la propiedad de favorecer la eliminación del agua. Los alimentos que lo contienen: hortalizas, verduras, frutas frescas, cereales integrales, levadura de cerveza y legumbres. Además, los vegetales son ricos en fibra, lo que facilita el buen tránsito intestinal (muy importante para tener buena circulación a la altura de la pelvis y evitar la presión intrabdominal) y los cítricos, contienen en su hollejo sustancias que mejoran el tono venoso.
 

Aumentar el consumo de líquidos. Aunque no tengamos tanta sed como en los meses de calor, tomar agua es lo más recomendable. La medida recomendada es de dos a tres litros por día. También se puede incorporar a través del preparado de caldos de verdura (ideales en estos meses del año para hacerle frente al frío) o de jugos de frutas y hortalizas. Las infusiones también son excelentes opciones. El té rojo, de diente de león, cola de caballo y uva ursi tienen propiedades a favor de la circulación.


Las infusiones permiten mantener la hidratación, un punto fundamental para la buena circulación.
 

Un tip extra: por más que en invierno cueste un poco más, acompañar esta dieta con ejercicios que fortalezcan la musculatura de las piernas y favorezcan la circulación de retorno resulta indispensable. Esto no implica más que media hora diaria. Una ple caminata resulta suficiente. También se puede optar por el ciclismo, el baile, la natación, el spinning o el tenis.