Entender cuántas calorías se necesita en verdad y aprender a detectar de dónde provienen es el primer paso para alcanzar un peso saludable. Cuando la FDA (Food and Drug Administration por sus siglas en inglés) actualizó las etiquetas de nutrición, necesitaban un buen número redondo para comparar los valores diarios de porcentaje, por lo que eligieron 2.000 calorías. Es un promedio aproximado y no pretende ser una recomendación de cuántas debemos ingerir.

Sin embargo, 2.000 calorías por día puede no ser el número ideal para determinadas personas. Sólo la cifra actúa como punto de partida.

El número de calorías que necesita una persona depende del peso, estatura, edad, género y nivel de actividad. Existen varias formas de descubrirlo. La más exacta es entrar a una cámara de aislamiento y medir cuánto calor produce el cuerpo. Otra forma más sencilla es poner la información personal en una ecuación. Las necesidades personales difieren enormemente: un nadador olímpico masculino de 1,80 metros puede necesitar 10.000 calorías al día, pero una mujer de 50 años que trabaja en una oficina, solo puede requerir unas 1.800 diarias.

Cómo reducir calorías para perder peso

Cuando se trata de la pérdida de peso, lo que comés (“calorías adentro”) es más importante que la cantidad de ejercicio (“calorías afuera"). El seguimiento de calorías sigue siendo la mejor manera de conocer tus números. Por supuesto, nadie disfruta el tener que hacer un récord de cada sorbo y bocado que se ingiere. Pero esto ayudará a identificar los patrones y hábitos que pueden impedirte alcanzar tus objetivos, detectando rápidamente el exceso de calorías, por ejemplo, los “happy hour” de cada semana, las golosinas y las galletas con queso antes de la cena.

Aplicaciones como Fitbit tienen funciones de registros de alimentos. Probarlas durante al menos tres días (fin de semana inclusive) servirá para tener una idea de las calorías que suelen consumirse. Para llegar al peso ideal se debe crear un objetivo de “calorías adentro”, que debe ser de 750 o 500 calorías menos de las que se registraron al inicio de la prueba.

Una vez que sepas cuántas calorías necesitás y compares cuántas comiste, podrás comenzar a contar los números y realizar cambios que duren. No necesitas restringirte los alimentos para siempre, pero hacer las cuentas te obligará a pensar dos veces qué comer y te permitirá diferenciar cuándo realmente sientas hambre y cuándo te sientas satisfecho.

También, recordá que los que comés es igual de importante que la cantidad que comés. Elegí comidas que nutran tu cuerpo por los nutrientes que contiene, no por las calorías que no. Y por último, cabe aclarar que cualquier persona que empieza el gimnasio para bajar de peso, pero sin cambiar sus hábitos alimenticios, no logrará ver grandes cambios.

Fuente: Ámbito