Que el cigarrillo hace mal a la salud no es novedad. Todos somos conscientes de los efectos nocivos del tabaco y sabemos cómo contribuye a generar graves problemas como enfermedades coronarias, accidentes cerebrovasculares y el cáncer, especialmente de pulmón.

A nivel del cerebro, la nicotina del tabaco actúa facilitando la liberación de neurotransmisores como la acetilcolina, la adrenalina y la serotonina, produciendo cierto grado de estimulación. De hecho, los fumadores aseguran que su inhalación los despierta y facilita la memoria.

La nicotina también aumenta las concentraciones plasmáticas de varias hormonas, como la cortisona y la hormona del crecimiento. De allí que aumenta la presión arterial, la frecuencia cardÍaca y la concentración de ácidos grasos en sangre.

Pero también afecta la visión. Al respecto, en diálogo con CONBIENESTAR, el Dr. Omar López Mato, médico oftalmólogo (MN 59216) y Director del Instituto de la Visión, contó que “el monóxido de carbono del humo tiene un efecto oxidante sobre los lípidos de la placa de ateroma y los vasos arteriales. Por lo que el ojo no puede permanecer ajeno al daño generalizado, especialmente en los diabéticos que fuman”.

Según el especialista, estos tienen un mayor riesgo de evolucionar hacia una retinopatía diabética por la alteración de la microcirculación y los vasos de la retina, el órgano receptor de las imágenes, que es una prolongación de nuestro cerebro.

López Mato, agrega que aquellos que padecen una inflamación ocular, conocida como Uveítis, suelen soportar un curso más grave de dicha afección que puede ocasionar severa pérdida de visión. Las personas que padecen ojo seco, es decir, déficit en la cantidad o calidad de las lágrimas ven empeorada su condición cuando fuman.

El glaucoma es otra afección que se agrava en los fumadores por el mismo fenómeno oxidativo de las neuronas del nervio óptico, las alteraciones de la microcirculación. La nicotina los hace más vulnerables ante los cambios que impone el aumento de la presión ocular.

“De más está decir que la nicotina afecta al embarazo y las mujeres que fuman tienen más posibilidades de tener un parto prematuro”, dijo López Mato, y agregó que es la razón por la cual los niños nacidos en tal circunstancia tienen mayor probabilidad de sufrir una retinopatía del prematuro, una grave afección que puede conducir a la ceguera del niño.

Existe una estrecha relación entre el cigarrillo y la maculopatía seca relacionada con la edad. Tal como explica el médico, se trata de la pérdida de visión central por la afección de la parte de más sensibilidad de la retina que se llama mácula, y que es una de las causas más frecuentes de pérdida de visión en los adultos.

“Los fenómenos oxidativos propios de la nicotina favorecen la muerte celular del epitelio pigmentario, la capa de la retina que se deteriora en esta afección”, dijo. Y agregó que los fumadores con predisposición a la maculopatía, que es hereditaria, tienen cinco veces más riesgo de padecerla.

“El cigarrillo solo es aliado de la muerte; entonces, ¿vale la pena tanto riesgo por una gratificación efímera?”, cuestionó el especialista.