Desde 2013, los argentinos encabezan un ranking del que pocos países podrían presumir. Según datos de Euromonitor, en 2013 la Argentina lideraba el consumo mundial per cápita de bebidas azucaradas con 131 litros por año. En 2015, consultoras privadas detallaron que el consumo de gaseosas había escalado a 137 litros por año y por persona.

Pero no todas poseen los mismos valores, por eso desde el Observatorio Vitivinícola Argentino decidieron comparar los aportes calóricos y nutricionales de gaseosas y afines, por un lado, y los del vino por otro. En un año, el aporte calórico per cápita total de las gaseosas es de 55.000 calorías, mientras que las aguas saborizadas y jugos en polvo tienen un total de 4.800 y 700 calorías respectivamente, y el vino aporta casi un tercio: 19.900.

Daniel Rada, director del Observatorio Vitivinícola Argentino, explicó a Infobae que está claro que las bebidas con y sin alcohol implican un aumento en los valores de una dieta. Sin embargo, señala que no es lo mismo la ingesta derivada del consumo de gaseosas, jugos, tragos y cervezas con respecto al vino.

"Alertar de que se incorporan muchas calorías por el consumo de alcohol es justamente omitir esas diferencias y dar el mismo tratamiento a consumos que son claramente distintos. Lo que intentamos transmitir es que los patrones de consumo del vino y su composición lo posicionan en una zona sin riesgo o de muy bajo riesgo para la salud de las personas", aseguró

Y agregó: "Ni siquiera es algo nuevo que estamos poniendo en relevancia, ya que las recomendaciones de una menor ingesta de azúcar son una tendencia que existe a nivel global. No nos parece justo, como decimos habitualmente, meter todo en la misma bolsa, porque es claro que no todo es lo mismo".

Sin embargo, habría que hacer una diferencia entre la bebida proveniente de la vid y otras. El vino comparte características nutricionales con los alimentos, contiene proteínas y vitaminas y según el Departamento de Agricultura de Estados Unidos las calorías aportadas no contienen grasas ni tanto azúcar a diferencia de las gaseosas.

Rada detalla que en nuestro país, esta bebida alcohólica está incluida en el Código Alimentario en la sección "bebidas fermentadas", lo que lo diferencia claramente de otras. "Comparte características nutricionales con los alimentos, es decir, contiene proteínas, azúcares y vitaminas al igual que otros productos. También hay que destacar algunos beneficios para la salud, como su función antioxidante y de prevención de enfermedades cardíacas", contó.

La nutricionista Agustina Murcho refuerza esta idea explicando por qué sucede esto: "Se suele ser extremista porque el exceso de bebidas azucaradas genera obesidad, aumento de triglicéridos, diabetes, resistencia a la insulina y un montón de enfermedades, cuando en realidad no es así. Para concientizar no hay que demonizar, se debe hacer educación alimentaria y no generar miedo en la gente, siempre hablando de cantidades y de marcar mucho el tema de la moderación", explicó.

"Que te tomes una copa en la semana no modifica absolutamente nada en la dieta, la realidad es que para que eso te haga daño tenés que consumir todos los días y en exceso. Lo que puede pasar si uno elimina lo que le gusta un día es que la persona se canse y en vez de consumir un mínimo termine tomándose una botella entera por la restricción en sí", agregó.