El tratamiento tradicional para el desprendimiento de retina —una afección ocular que suele verse asociada a un golpe fuerte— consiste en inyectar una burbuja de gas dentro del ojo para que presione a la retina en su posición hasta que cicatrice normalmente.
 

Un tratamiento desarrollado por científicos del Laboratorio de Resonancias Magnéticas del Centro Atómico Bariloche (CAB) parte del mismo principio que el tradicional pero con una diferencia no menor: en este caso se inyecta cerca de un miligramo de nanopartículas de óxido de hierro, recubiertas con un polímero dentro del ojo. Fuera del ojo pero dentro de la cavidad ocular se coloca un imán recubierto de oro, para hacerlo biocompatible, que atrae a las nanopartículas para presionar la retina en su lugar. Posteriormente, se cauteriza con láser para generar una inflamación que cierra la lesión y se esperan unos veinte días para la cicatrización.
 

Cuando se retira el imán, las nanopartículas se dispersan y son arrastradas por el torrente sanguíneo que las elimina por el riñón. Dado que el uso de nanopartículas de óxido de hierro está aprobado a nivel internacional por diversos organismos regulatorios como la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de Estados Unidos y la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), eso facilita la aprobación de los protocolos de nuevos tratamientos, aunque su aplicación solía estar limitada a combatir anemias o para el contraste en resonancias magnéticas.
 

Con pruebas satisfactorias en animales, posteriormente se reunieron en Bariloche para avanzar con las pruebas.
 

Actualmente, el proyecto está en fase I de ensayo clínico, es decir, en las primeras pruebas en seres humanos. “Se hace en una clínica de ojos en la que se consiguió que el comité de ética aprobara el tratamiento con todos los protocolos que esto involucra.