Si bien normalmente todos apuntamos a comer sano, y a tener una mejor calidad de vida, cuando este objetivo se lleva al extremo y la comida sana o “biológicamente pura” se transforma en el centro de la vida, se trata de una situación patológica que es necesario tratar.

• Esta nueva forma de vida está de moda en EE.UU., en España y Chile: en los tres países, alrededor del 1 % de la población ha elegido esta tendencia alimentaria.

• La estadística es estimativa, ya que aún no hay investigaciones epidemiológicas al respecto. Pero los expertos creen que el número de personas que se inclinen por este estilo de vida podrá ir en aumento a medida que continúe el boom de los alimentos “funcionales” y “dietéticos”.

Una obsesión especial

• La palabra “ortorexia” deriva del griego y significa ‘apetito justo’ o ‘apetito correcto’: es la obsesión o preocupación extrema por la salud, centrada casi exclusivamente en la comida.

• La patología comienza con un “quiero mejorar mi dieta”,  un buen propósito que, poco a poco, se convierte en una adicción.

• Se suele dar en personas cultas, con grados superiores de estudio y con un estilo de vida sofisticado.

• El miedo a consumir alimentos “impuros”, “genéticamente modificados” o “con aditivos”, y la preferencia por lo orgánico, los lleva a una severa autoexigencia por resistir la tentación, y se auto-condenan si no lo logran. Esto les provoca un gran sufrimiento, que encubren bajo la premisa “soy superior por llevar una dieta perfecta”.

La teoría del “ortoréxico”

• Estas personas, generalmente, rechazan la carne, las grasas y los alimentos cultivados con pesticidas o herbicidas o que contienen sustancias artificiales.

• La obsesión va más allá: se preocupan por la forma de preparación y los recipientes en los que cocinan, que tienen que ser, en su mayoría, de madera o cerámica.

• La clave de la ortorexia es la actitud frente a la comida, que se considera patológica si causa un cambio brusco en el estilo de vida.

• Esa actitud trae consecuencias: desde el desarrollo de intolerancias alimentarias y alergias, hasta desequilibrios nutricionales.

• Los ortoréxicos tienen una teoría dietética, una especie de pseudo religión, que se da particularmente en los vegetarianos estrictos o en los que siguen una alimentación macrobiótica.

• Estas personas van excluyendo de su alimentación cada vez más alimentos, y realizan una serie de “rituales” culinarios: lavan las frutas y hortalizas muchas veces, suelen preferir los alimentos crudos y bien subdivididos y mastican mucho cada bocado.

• Si no consiguen los alimentos que están dentro de su esquema alimentario, prefieren pasar hambre. Además, son capaces de recorrer muchos kilómetros para conseguir lo que quieren y pueden pagar fortunas por el alimento en cuestión. Se da, por lo general, en clases sociales acomodadas.

• Dedican mucho tiempo a la planificación de los menús y a la preparación de los alimentos. Son víctimas de su propia dieta, y tienen a la felicidad “light” como utopía.

• Cada pequeña transgresión alimentaria se acompaña con sentimientos de culpa y frustración, cada vez más fuertes, que desembocan en dietas estrictas o ayuno.

• Respecto a su vida social, el rechazo de todo lo que no es “biológicamente natural”, “saludable” o “controlado” según su teoría, influye negativamente en el entorno familiar, de amistades y laboral. Comer en la casa de familiares, amigos o en un restaurante resulta impensable, lo cual aísla a la persona cada vez más.

• Por eso, este trastorno afecta tanto la salud física como mental; al dejar de lado numerosos alimentos, aumenta el riesgo de desnutrición, anemia, infecciones, osteoporosis. También se presenta fobia a los medicamentos: especialmente los antidepresivos o los suplementos dietarios, necesarios ambos para su tratamiento. De ahí que el abordaje terapéutico sea difícil y lleve mucho tiempo.

Medidas de prevención

La ausencia de valores es uno de los factores influyentes en la aparición de los trastornos de la alimentación. Entre los consejos para evitar la ortorexia, se pueden citar:

• No dejar que la alimentación gobierne la vida, y se transforme en un emblema.

• Rechazar la idea de que el valor personal depende de la alimentación.

• Rechazar las “etiquetas dietéticas”.

Tanto la prevención como el diagnóstico precoz son importantes, cuanto antes se diagnostica, mejor es el pronóstico de la enfermedad.