El hábito de tomar suficiente agua cada día ayuda a la digestión, colabora con la eliminación de toxinas y mejora la piel, entre otros beneficios que son bien conocidos por muchos y que se potencian cuando es lo primero que bebemos al despertar.

Sin embargo, no todos conocen qué le pasa al cuerpo cuando no tiene suficiente agua. Por eso, hablamos con la Dra. Gabriela González Alemán, Dra. en Genética del Comportamiento y fundadora de Brainpoints (MN 33343), para aclarar los mitos sobre la ingesta de agua y conocer qué pasa si no cumplimos con lo que nuestro cuerpo pide.

“El cuerpo pierde líquido durante todo el día. La sudoración y la respiración generan un proceso de deshidratación que es silencioso y constante. Podemos llegar a subestimar la cantidad de líquido que necesita el cuerpo porque esta pérdida de agua ocurre completamente fuera de nuestra consciencia”, explicó la especialista.

Y continuó: “La posibilidad de sentir sed es mucho menor durante el sueño. La respiración no se detiene, la sudoración sigue su curso y la falta de ingesta de líquido empieza a generar un desequilibrio sustancial en el cuerpo. Cuando dormimos, el encargado de solucionar este problema es el cerebro. Advierte la deshidratación e inicia el proceso de hidratación nocturna que consiste en el ahorro de líquidos. El cerebro libera una hormona antidiurética, la vasopresina, y nuestro cuerpo empieza a retener la mayor cantidad de líquido posible”.

La función del cerebro en la deshidratación

“Para actuar, el cerebro necesita advertir signos de deshidratación. Antes de recibir la alarma corporal que le indique la falta de líquido, no pondrá en marcha la producción de vasopresina. Por eso, recién después de 6 horas de sueño, en el último tramo de la noche, el cerebro dará inicio al plan de emergencia ue evite la deshidratación.

La mayoría de los adultos duermen cerca se seis horas y despiertan antes de la liberación de vasopresina, interrumpiendo la hidratación nocturna. Por eso, es normal despertar con sed o con la boca seca. Otras consecuencias de la deshidratación de la noche son los calambres durante las últimas horas de sueño y la sensación de que el descanso tal vez no fue suficiente.

Al despertar con una leve deshidratación, nuestro cerebro pone en marcha procesos que son típicos de las situaciones de peligro e inquietud. La mente supone que tiene que estar alerta al supuesto peligro y deja en suspenso todo lo demás. Planificar el día, tomar una decisión rápida, o recordar a quien llamar, son actividades imposibles si no nos hidratamos primero.

Tomar agua al despertar es la mejor manera de evitar que el cerebro desencadene la serie de procesos que preparan al cuerpo para actuar frente a una emergencia y nos permita activar a pleno nuestras capacidades mentales.

Tan solo el 1% de deshidratación es suficiente para generar consecuencias en la capacidad mental. La memoria, la atención, la motricidad, la velocidad del pensamiento y la flexibilidad para generar ideas y ser creativos son las principales funciones mentales que se alteran ante un mínimo de deshidratación.

Otros síntomas asociados a la falta de agua matinal tienen que ver con el estado de ánimo. La irritabilidad, la tristeza o la ansiedad pueden surgir por la deshidratación de la noche. Con solo un vaso de agua podemos empezar el día con una actitud más positiva y feliz.

Los niños también tienen que tomar agua al despertar

La pérdida de agua por la noche no es privativa de los adultos. Los chicos también despiertan con un porcentaje de deshidratación, sobre todo, si no llegan a dormir de 8 a 10 horas. En su mayoría, los chicos suelen estar menos hidratados de lo que sería aconsejable. Esto ocurre porque necesitan más agua que los adultos con relación a su masa corporal y muchas veces los mayores no son conscientes de esta necesidad.

Cuando la hidratación de los más chicos alcanza los dos litros de agua diarios, aumenta su flexibilidad para generar ideas nuevas y resolver problemas creativamente. De la misma manera, se incrementa el desempeño de la memoria, de la atención y mejora el estado de ánimo. Con esto, se benefician las relaciones sociales y aumenta la percepción de autoeficacia construyendo los cimientos para la formación de una personalidad sólida, segura y eficaz.

Tomar agua es indispensable para estar más tranquilo, tomar decisiones adecuadas, resolver problemas con inteligencia y creatividad, estar motivados y manejar las situaciones del día a día con auténtica claridad mental”, cerró la doctora Gabriela González Alemán.

Fuente: Rumbos