Un estudio reciente de la Universidad Sabanci en Turquía ha revelado que las interacciones sociales breves con desconocidos tienen un impacto significativo en la felicidad individual. La investigación, publicada en la revista Social Psychological and Personality Science, destacó la importancia de estos simples intercambios como un valor añadido a las conexiones profundas para el bienestar emocional.

El equipo se centró en analizar los efectos de interactuar con lo que llaman “lazos débiles”, es decir, conexiones sociales que no son estrechas, como las que se mantienen con conocidos y desconocidos. Los participantes del estudio tuvieron que reportar la frecuencia con que saludan, expresan gratitud e inician conversaciones con estos individuos, así como calificar su satisfacción con la vida en una escala de cero a cinco basada en dichas interacciones.

Los resultados mostraron una correlación positiva entre la participación en interacciones sociales breves y mayores niveles de satisfacción vital. “En las dos muestras, descubrimos que tener conversaciones con extraños y vínculos débiles, así como simplemente saludar y agradecer, predecía una mayor satisfacción con la vida”, escribieron los autores del estudio.

Los hallazgos subrayan que, cuanto más frecuentemente los sujetos participaban en estas formas de interacción, mayor era su satisfacción general con la vida. Este efecto resultó principalmente notorio en interacciones con desconocidos. Si bien trabajos previos han resaltado la importancia de las conexiones sociales profundas para la felicidad, esta nueva investigación ilumina el papel benéfico de interacciones cortas y de bajo riesgo. Los investigadores enfatizan que la facilidad y la menor ansiedad que generan estos breves diálogos, en comparación con interacciones más profundas, los hace más accesibles para muchas personas.

“Tener un sentido de pertenencia implica sentirse aceptado y valorado por otras personas; a menudo se considera una necesidad humana fundamental”, dijo la autora principal del estudio, Esra Ascigil, investigadora posdoctoral en la Universidad Sabanci. Aún así, los expertos no sugieren que estas interacciones superficiales puedan reemplazar a las conexiones más profundas.

En un estudio separado, Itaru Ishiguro de la Universidad Rikkyo en Japón, reafirmó que las interacciones sociales mínimas están positivamente correlacionadas con la felicidad, lo que refuerza la relevancia de las conectividades sociales cotidianas. Según Itaru, a pesar de que tradicionalmente las investigaciones se han enfocado en intercambios sociales entre parejas íntimas o la presencia de personas cercanas, las interacciones con individuos no íntimos o desconocidos desempeñan un papel crucial en el rendimiento de tareas y el “ajuste psicológico”, sobre todo en sociedades industrializadas modernas.

En suma, ambos estudios sugieren que, si bien los vínculos sociales profundos siguen teniendo un rol preponderante en la felicidad humana, las interacciones efímeras y cotidianas pueden complementar y sumar al bienestar general de los individuos.

Pequeños actos de generosidad

Los trabajos mencionados no fueron los únicos que identificaron los beneficios emocionales de las pequeñas interacciones sociales.

Una anterior investigación encontró que realizar actos cotidianos de generosidad puede mejorar significativamente el bienestar emocional. El estudio, llevado a cabo por científicos del Proyecto BIG JOY, una colaboración entre el Greater Good Science Center de la Universidad de California en Berkeley y otras instituciones de investigación, se basó en la experiencia de más de 70.000 personas de más de 200 países, quienes probaron durante siete días pequeñas actividades que aumentan la felicidad, como conversar con vecinos.

De acuerdo con los resultados de dicho estudio, los individuos que realizan estos “microactos” de alegría diariamente experimentan un aumento en su bienestar emocional de un 25% a lo largo de una semana. En ese sentido, los autores recomendaron la práctica continua de este hábito.