Las infecciones respiratorias en general y las bronquiolitis en particular se repiten año tras año pero con un marcado incremento en la época invernal, sobre todo en los meses de junio y julio y en menor medida aunque también con mucha concentración de casos, en mayo y agosto, advierten especialistas de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP).

Según datos del Área de Vigilancia de la Salud de la Dirección Nacional de Epidemiología y Análisis de Situaciones de Salud del Ministerio de Salud y Desarrollo Social de la Nación, a la semana 47 de 2018 se habían registrado 230.608 reportes de bronquiolitis en menores de 2 años, lo que si hiciéramos un promedio general anual representaría más de 600 casos por día.

“La bronquiolitis es una inflamación aguda y difusa del tracto respiratorio inferior (IRAB) causada por una infección de origen viral. Es común en niños menores de 2 años y ocasiona frecuentes visitas al médico y servicios de emergencias y se ha convertido en una de las razones más comunes para la hospitalización en este grupo etario durante los meses de otoño e invierno”, expresó la Dra. Silvina Smith, neumonóloga pediatra, Prosecretaria del Comité de Neumonología de la SAP.

Si bien en la mayoría de los adultos estos virus suelen cursar solo como un resfrío común, en los menores de 2 años -sobre todo en aquellos que presentan alguna enfermedad de base o en los lactantes menores de 6 meses, prematuros o de bajo peso o desnutridos- la enfermedad puede llegar a comprometer su salud e incluso ser mortal. Otros factores que aumentan el riesgo de contraer bronquiolitis son la exposición al humo del cigarrillo, la falta de lactancia materna, falta de vacunación y el hacinamiento.

El cuadro clínico de la bronquiolitis se inicia de 1 a 3 días previos con congestión nasal (rinorrea), tos y, eventualmente, fiebre de escasa magnitud. Luego, progresa a síntomas y signos de obstrucción bronquial, como dificultad respiratoria con aumento de la tos, fatiga, agitación, retracción a la altura de las costillas y silbidos al respirar (sibilancias), que pueden durar 5 ó 6 días.

De acuerdo con la intensidad de los síntomas, el niño puede tener dificultad en la alimentación y el sueño y –ocasionalmente- pausas respiratorias que son más frecuentes a menor edad. En la mayoría de los casos, la recuperación es completa en menos de 2 semanas.

Ante la presentación de cualquiera de estos síntomas, los especialistas de la Sociedad Argentina de Pediatría recomiendan no demorar la consulta al pediatra o llevar al niño al centro de salud más cercano.

No existe tratamiento específico

La mayoría de los casos se maneja en forma ambulatoria y aproximadamente el 3% de los pacientes requerirá internación para oxigenoterapia (administración de oxígeno). Para la prevención y sólo en casos especiales se aplica en forma inyectable un anticuerpo monoclonal para evitar la infección por virus sincicial respiratorio en bebés de alto riesgo como prematurez, enfermedad cardíaca congénita clínicamente significativa o displasia broncopulmonar, entre otras muy precisas.

Es importante destacar una serie de medidas que disminuyen el riesgo de padecer la enfermedad como: estimular la lactancia materna (existe evidencia de pasaje de anticuerpos protectores), evitar la exposición al tabaquismo (ya que el humo del cigarrillo y sus partículas nocivas permanecen en ambientes y vestimentas por mucho tiempo, generando inflamación y predisposición a infección en los niños).

También evitar el contacto de bebes con personas resfriadas o con enfermedad respiratoria aguda (los niños tienen alta carga viral, contagian más, por ello no se los debe enviar al jardín cuando enferman), estimular la rutina de lavado frecuente de manos con agua y jabón, limpiar y desinfectar las superficies y objetos como juguetes y las manijas de las puertas y cubrirse la boca y nariz con el antebrazo al toser o estornudar para evitar el contagio, advirtió la Dra. Gisela Martinchuk Migliazza, médica Pediatra Neumonóloga, secretaria del Comité Nacional de Neumonología de la SAP.

Finalmente, también los especialistas observaron una fuerte relación con la vulnerabilidad social de las familias, que se expresa en pobre acceso a alimentación saludable acorde a la edad, al control del embarazo y control del niño sano, condiciones de la vivienda y entorno familiar precarios, con hacinamiento, falta de acceso a agua potable de red y cloacas, contaminación ambiental, tabaquismo en el hogar y nivel educativo del adulto a cargo de la crianza.

* Quiénes están más en riesgo

- Menores de 2 años, sobre todo aquellos que presentan una enfermedad de base

- Lactantes menores de 6 meses

- Bebés prematuros o de bajo peso

- Bebés desnutridos

- Bebés expuestos al tabaquismo

- Falta de lactancia materna

- Falta de vacunación

- Hacinamiento

* Medidas para prevenir la bronquiolitis

- Mantener la lactancia materna

- Alimentación saludable

- Vacunación completa

- Evitar contacto de bebes con personas resfriadas / enfermas

- Lavado frecuente de manos, sobretodo antes y después de tocar al bebé

- Limpiar y desinfectar las superficies y objetos como juguetes y perillas de las puertas

- Cubrirse la boca y nariz con antebrazo al toser o estornudar

- Ventilar los ambientes

Ante la menor duda no automedicar y consultar al pediatra o llevar al niño al centro de salud más cercano.