El presidente de Estados Unidos, Donald Trump se refirió a un supuesto vínculo entre el uso de paracetamol en las primeras etapas del embarazo y el desarrollo de trastornos del espectro autista (TEA), que generaron debate a nivel internacional; así como sembró dudas sobre la vacunación infantil. Sin embargo, las apreciaciones del mandatario fueron  rechazadas por entidades médicas y científicas del mundo.

La Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) se pronunció con un documento en el que aclaró que no existen pruebas científicas sólidas que relacionen el analigésico con esa condición del neurodesarrollo y que está totalmente probado que la vacuna triple viral no es causa de TEA.

La entidad difundió un documento elaborado por el Comité de Crecimiento y Desarrollo de la SAP en el que explicó esta postura y repasó los principales consensos sobre qué factores pueden estar implicados y cuáles no en la aparición del autismo, y advirtió sobre la importancia de brindar información basada en evidencia.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) ya manifestaron su postura respecto de que no existe evidencia científica que vincule el consumo de paracetamol durante el embarazo con el desarrollo de autismo en niños. La OMS señaló que, pese a la realización de numerosos estudios de gran escala en la última década, no se ha encontrado ninguna asociación consistente entre el uso de paracetamol o acetaminofeno en embarazadas y el autismo, y que las causas del trastorno siguen considerándose multifactoriales. La EMA, por su parte, afirmó que ningún estudio ha encontrado un vínculo de riesgo y que las recomendaciones sobre este medicamento permanecen sin cambios: puede emplearse bajo control médico en la dosis y frecuencia más bajas posibles.

La SAP, por su parte, dijo en el documento que el TEA se caracteriza por desafíos en la comunicación y la interacción social, junto con patrones de intereses o comportamientos repetitivos, restringidos y estereotipados. Esta condición abarca una amplia variabilidad en el nivel de lenguaje y el coeficiente intelectual de quienes la presentan, lo que explica la diversidad de síntomas y necesidades de apoyo entre personas con el mismo diagnóstico. Por este motivo, se utiliza el término “espectro” para describir la heterogeneidad de manifestaciones. Según estimaciones, alrededor de 78 millones de personas en el mundo presentan TEA, muchas de las cuales enfrentan dificultades significativas para desenvolverse y participar en la vida social cotidiana, expresaron los expertos de la SAP en el documento.

En cuanto a la epidemiología, se han reportado alertas sobre un aumento en la prevalencia del TEA en los últimos años. El Comité señala que este incremento se explica principalmente por la modificación de los criterios diagnósticos, la sustitución de diagnósticos previos, el aumento de condiciones crónicas en la infancia —como la prematurez— y una mayor conciencia social sobre el tema. Además, se han estudiado posibles influencias ambientales, especialmente durante el periodo prenatal y los primeros meses de vida. El comunicado enfatiza que existe evidencia suficiente para descartar a la vacuna triple viral y al mercurio presente en inmunizaciones como causas del TEA.

Respecto a las causas, el Comité sostiene que el TEA tiene un origen multifactorial, resultado de la interacción entre factores genéticos y ambientales. La heredabilidad es elevada, y el riesgo de recurrencia en hermanos se sitúa entre 10% y 20%. Existen entidades congénitas, tanto de origen genético como ambiental, que incrementan el riesgo de TEA, dijeron. Cuando estas condiciones conforman un cuadro sindrómico definido, se habla de “autismo sindrómico”, como ocurre en el síndrome de fragilidad del X o la exposición prenatal al ácido valproico.

Fuente: Infobae.