Al rescate del último Polme, el Ford Falcon fuera de serie que se hizo en la provincia
El Polme fue un diseño de los hermanos Ripoll. Un joven de 25 años lo salvó del abandono y ahora restaura una pieza única.
El Polme fue un diseño de los hermanos Ripoll. Un joven de 25 años lo salvó del abandono y ahora restaura una pieza única.
Cada parte, cada repuesto tiene una historia particular. Como un libro, el Ford Falcon Polme de 1973 está colmado de anécdotas y un desenlace spoileado: su último capítulo tendrá un final feliz. El Polme es un Falcon de los llamados fuera de serie, que consistía en modificar autos de fábrica para venderlos a clientes que buscaban algo distinto. Es una creación sanjuanina de Héctor y Ricardo Ripoll y de la docena que lograron armar sólo uno queda en pie. Ese auto fue rescatado del abandono por un joven que decidió restaurarlo para dejarlo tal cual nació hace casi medio siglo. Así, el llamado Falcon sanjuanino está cerca de ver la luz de nuevo tras un largo camino.
Hacia la década de los "70, construir autos fuera de serie era común y por entonces hubo creaciones sobre el Torino, como el Lutteral; el Chevrolet, como el Chevron. Entre los Ford estuvo el Polme o el Falcon sanjuanino. Sus creadores fueron Héctor y Ricardo Ripoll y realizaron las modificaciones sobre en Futura SP modelo 1973, entre las que se destacaban la trompa, los guardabarros, los parantes traseros y otros cambios estéticos y mecánicos. Los Ripoll tuvieron su punto de venta por la avenida Córdoba y vendieron una docena de Polme, de los cuales sólo uno queda en pie en condiciones de funcionar. Se trata de la unidad que Ariel Rodríguez, de familia sanjuanina y viviendo en Buenos Aires, logró rescatar.
"Yo buscaba un Polme desde que tenía 15 y mi primo encontró uno abandonado, cerca de su casa. Tardé varios años en convencer al dueño de que me lo vendiera. Era el quinto dueño y estaba en una casa de Santa Lucía. Cada vez que pasaba le preguntaba si me lo vendía y siempre la misma respuesta: no. Hasta que un día me dijo sí y ahí empezó todo", dijo Ariel, quien tiene 25 años pero cuando lo compró, con ayuda de su padre, estaba por cumplir 21.
"El auto estaba muy caído, pero no me importaba porque lo quería tener desde chico. Todo el interior no servía, tampoco las puertas, los zócalos, los contra zócalos y los pisos delanteros y traseros. Al motor no le subía aceite y la piel del techo estaba destruida. Tuvimos que cambiar los guardabarros traseros, la tapa del baúl, los paneles de la cola, reparamos el falso chasis y construimos piezas artesanalmente, siguiendo las fotos de 1973. Lo hicimos a nuevo porque la idea es dejarlo 0 km y respetando todos los detalles", relató Ariel.
Buscar los repuestos originales de un Falcon de 1973 (modificado además como fuera de serie) ha sido una aventura en sí misma. Y es ahí donde aparecieron los creadores, los hermanos Ripoll, para completar el círculo. "Ya con el auto comprado me propuse conocer a los Ripoll. Mi familia tenía bodega y si los Ripoll también entonces le pregunté a mi tía, que tiene 80 años, si conocía a los hermanos. Y claro que los conocía, así que un día di con la casa, me presenté y les dije lo que estaba haciendo. Desde entonces me ayudan en todo, son parte de la restauración y sin ellos esto sería mucho más difícil", dijo el joven. Los hermanos además cedieron algunos elementos originales, como los guardabarros que aún conservaban en su bodega; sin dudas, piezas invaluables.
Además, en la búsqueda de más elementos, Rodríguez fue sumando más anécdotas. Una vez halló una concesionaria Ford cerrada hace más de 20 años con repuestos originales acopiados en un galpón. El restaurador necesitaba sólo siete accesorios pero el dueño sólo quería vender el lote entero de repuestos, así que era eso o nada y tuvo que salir a buscar un camión. A su vez, a los tapizados originales los halló en la Patagonia, en otra concesionaria cerrada: habían quedado guardados desde 1973 para el Falcon de un cliente que nunca lo buscó. La empuñadora de la palanca de cambios es original y la cedió el nieto del segundo dueño (ver aparte), mientras que Rodríguez ha viajado hasta 800 km para buscar un elemento original porque teme que se pierda con el correo.
Luego de mucho tiempo, el auto ya está en fase de pintura y luego vendrá la etapa de ensamble. Ariel cree que en los próximos meses estará listo. "Siempre dije que mi sueño es terminarlo y llevarlo a la puerta de la casa de los Ripoll, sin avisarles. Después lo voy a usar para andar los fines de semana y llevarlo a muestras y exposiciones, para que la gente que nunca vio un Polme mire lo que se hacía en San Juan en los "70. Ya me lo quisieron comprar, pero no lo voy a vender nunca. El Polme dejó de ser un auto para ser parte de mi vida", confesó.
Los Ripoll hicieron 12 Polme en aquellos años. En diciembre de 1973, la revista especializada Corsa se enteró del Falcon sanjuanino e hizo una reseña que hoy los coleccionistas conservan como material ineludible, pues detalla con precisión cuáles eran los cambios que proponía con respecto al auto base. "Es una versión deportiva del popular modelo de Ford con varias modificaciones en guardabarros, capot, trompa, paragolpes, etc., construidas con plástico reforzado y que cambian en gran medida el aspecto general del auto", contaba Corsa.
Y agregaba: "Se realizó interesantes reformas en trompa, capot y guardabarros delanteros, que fueron modificados totalmente. También se recortaron los guardabarros traseros y se les adosó un labio diferente, y al parante trasero se le realizó una prolongación que estéticamente está muy lograda: da la sensación de un encauzador aerodinámico. Además del perfil, cambia radicalmente el aspecto del auto, hace que la cola parezca más corta y el volumen trasero dé menor altura, efecto éste evidentemente originado en la línea quebrada del nuevo parante trasero. También, en la parte mecánica, hay pequeñas mejoras: se bajó en 3 cm la altura del auto -gracias al corte de una vuelta de espirales de suspensión- y barras estabilizadoras más duras". Por su parte, el Polme tenía una toma de aire que, canalizado a través de la toma NACA del capot, probablemente le hizo ganar unos 5 km/h más de velocidad máxima.
Ahora bien, el Polme que está en restauración fue de los primeros y tiene algunos detalles especiales. "Es diferente a los otros que fabricaron porque éste tiene mejoras como un distribuidor Dolbecco de doble platino o amortiguadores Sadar que usaban los TC de los años 60, con camisas de ventilación para que el aceite no se calentara, entre varios detalles que lo hacen más interesante aún", explicó Rodríguez.
INVERSIÓN
12.000 Dólares lleva invertidos, hasta ahora, Ariel Rodríguez en restaurar el Polme. Al cambio de hoy (dólar blue), representan más de 1,7 millones de pesos.
El interior del Polme no tenía muchas variantes con respecto al Falcon original, excepto el volante y un particular accesorio en la palanca de cambios: en reemplazo de la bochita, los Ripoll crearon una especie de huesito o mango de bastón. Cuando Rodríguez compró el auto ya no tenía esa pieza y por ende creía que era absolutamente imposible de conseguir. "Un día me contactó Lisandro Tinto. Me contó que su abuelo había comprado el Polme en 1977, que era el segundo dueño y me preguntó si sabía que en la palanca llevaba un huesito. Le dije que sí, que lo había visto en fotos en la revista Corsa. Y me contestó que aún lo conservaba su abuelo, que quería ayudar en la restauración y que me lo iba a enviar por correo. Yo no lo podía creer y le dije que no lo enviara, que lo buscaba en persona. Pero eso fue en julio, en plena pandemia y con restricciones de traslado interprovicial, así que recién en enero pude viajar. Ahí nos conocimos y me dio la pieza. Este aporte no tiene precio en el objetivo de conservar todo original", relató Ariel.
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