Ser ama de casa es uno de los pocos trabajos que no conoce de despidos, sueldos, aguinaldos, feriados ni francos. Y, a pesar de que no es remunerado, es uno de los menos reconocidos. Es por esto que DIARIO DE CUYO decidió homenajear a las mujeres, que por decisión propia se realizaron dentro de sus casas, y están de manera exclusiva para su familia. Karina Farías, Juanita Flores y Mónica Alberti comentaron cómo se organizan, cuántas horas por día dedican a su trabajo doméstico y por qué no se arrepienten de no haber salido a trabajar fuera de casa. 

En el marco del Día del Trabajador, que se celebra mañana, las tres amas de casa entrevistadas comentaron que su trabajo tiene muchos pro y algunos contra, sin embargo dijeron estar felices de haber tomado ese camino y de celebrar como cualquier otra mujer trabajadora.

  • Juanita, una mujer que trabaja en su casa desde hace 48 años

Se casó a los 17 años y actualmente tiene 65. Desde ese momento es ama de casa y nunca paró de trabajar. "A pesar de mi edad no dejo de hacer las tareas domésticas. Sigo limpiando la casa, haciendo las compras y en la cocina. Siempre les digo a mis nietos que cuando me muera mi alma quedará en la cocina, porque es lo que más me gusta", dijo Juanita Flores, que tiene 5 hijos y hasta bisnietos. 

Para ella ser ama de casa fue importante en su vida y fue lo que le inculcaron desde niña. "Mi papá no quería que estudiara. Ahora las mujeres trabajan más en la calle, pero a mí me gusta la casa. Cuando tenía poco más de 30 años comencé a trabajar fuera de casa, pero sentía que no cumplía con mi familia, que era lo más importante para mí. Trabajé un tiempo y volví a ser ama de casa", dijo la mujer y agregó que el empleo dentro del hogar es tan sacrificado como el de una oficina o una fábrica. 

"Cuando mis hijos eran chicos les tejía, cosía y los tenía impecables. Ahora aún los ayudo y sigo levantándome a las 6 de la mañana para hacer las tareas domésticas. Aunque me acueste de madrugada me levanto temprano. Ser ama de casa no tiene descanso", concluyó.

 

  • El empleo que le permite estar todo el tiempo con sus dos hijos

Karina Farías tiene una hija de 14 años y un niño de 6. Trabajó en una farmacia, sin embargo cuando su hija cumplió los 4 años decidió quedarse en su casa. "Cuando trabajaba en la farmacia pocas veces estuve para cambiarle un pañal a mi nena y la veía solamente cuando dormía", dijo y contó que a pesar de que dejó de cobrar un sueldo mensual, ganó mucho en relación al vínculo con su hija Camila, y posteriormente con su hijo. 

Karina dijo que además de las tareas domésticas ama poder estar al lado de los chicos, permanentemente. "Me levanto antes de las 7 para acompañar a mi hija a tomar el colectivo para ir a la escuela y de ahí no paro más", dijo y comentó que lo que más le gusta hacer en su casa es limpiar y cocinar. Cuando tuvo a su segundo hijo, pensó acompañarlo unos años y luego volver a buscar empleo fuera de casa. "Pero, cuando nació Thiago -tiene síndrome de Down- me cambió el mundo, nunca más pensé en salir a trabajar. Tengo que estar para ayudarlo", dijo y comentó que a pesar de eso siente que tomó la mejor decisión de su vida. "Al principio me costó ser ama de casa, pero ahora amo trabajar así", dijo y contó que agradece a su marido que trabaja incesablemente, para que ella pueda compartir tiempo con sus chicos.

 

  • Para Mónica, la organización y la rutina son la clave para su tarea en el hogar

En su vida los minutos son fundamentales. Es que si bien no marca tarjeta a la hora de trabajar, debe ser organizada. "No me gusta madrugar, pero nunca me levanto después de las 8.30", dijo Mónica Alberti. Es que si se pasa ese horario, le es imposible seguir con su cronograma diario, que lo tiene bien organizado desde hace años. Mónica es mamá de 2 chicos de 19 y 14 años. Si bien admitió que ya pasó la parte más difícil de ser ama de casa, que es llevar y traer a los hijos de todas sus actividades, dijo que no se relaja.

Se definió como una mujer con una rutina pulida; de hecho, para ella esa es la clave para disfrutar todos los quehaceres de la casa. Su primera tarea es hacer "los mandados" para tener todo para la comida. "Cuando mis hijos eran niños me costaba más la organización porque debía llevarlos a la escuela. Ahora, lo más complicado es tenerles la comida lista para cuando cada uno la necesita. Es que la nena almuerza a las 12, mi hijo a las 14 que es cuando llega, y mi marido a las 15. Yo almuerzo un día con cada uno", dijo entre risas y comentó que siente que nunca postergó nada en su vida por ser ama de casa. "No me arrepiento de haber elegido esta vida. Nunca me perdí nada del crecimiento de mis hijos. Esa es la mayor ventaja que tiene este trabajo", agregó.