Para ella cada minuto vale oro. Por eso "pica" algo a las apuradas a la hora del almuerzo para poder iniciar otra jornada de sacrificio con fines solidarios: caminar 5 horas en busca de ayuda para poder alimentar a 70 chicos de muy escasos recursos. Ella es Graciela Aibar que con 50 años abrió un merendero en la Villa Güell, en Sarmiento, donde vive y que como aún no consigue ningún tipo de ayuda oficial, cocina con lo que a diario le donan tras golpear puerta por puerta. Es que, con la crisis este merendero se transformó en un comedor para los chicos y sus familias.

Todos los días a las 14 Graciela emprende la caminata en busca de ayuda. Lleva consigo un par de bolsos, la bicicleta que usa como vehículo de carga y la esperanza de conseguir algo de carne y legumbres para prepararle una comida nutritiva a los chicos. Pero no siempre tiene tanta suerte. De hecho, algunos días sólo emprende la vuelta a su casa llevando unas cuantas verduras con lo que sólo puede preparar una carbonada. "La situación está muy difícil para todos y entiendo que la gente no pueda colaborar siempre. Fui varias veces al municipio de Sarmiento a pedir ayuda, pero hasta ahora no recibí nada. Me gustaría que los funcionarios les vieran la cara a los chicos cuando sólo les puedo dar sopa para que almuercen en sus casas. Para muchos de ellos, esta es la única comida del día. Por eso todos los días salgo a visitar a la gente casa por casa y a los comerciantes para pedir su colaboración", dijo a mujer.

"Pido que me ayuden. Quienes quieran colaborar pueden llamar al 2644746010".

GRACIELA AIBAR

solidaria

Graciela vive en un rancho de cartón prensado y nylon junto a su marido que hace changas en el campo; y a un hijo que es discapacitado. Como la vivienda no tiene mucho espacio ni comodidades, cocina en el fondo y a la intemperie, soportando calores y fríos. "Con la cuarentena mucha gente se quedó sin posibilidad de hacer changas y el hambre creció en este vecindario. Por eso decidí esforzarme para conseguir alimentos y poder prepararles almuerzo no sólo a los chicos, sino también a las mujeres embarazas y a los abuelos. Quisiera tener un plato de comida para cada vecino que lo necesita, pero lamentablemente no puedo. Eso me pone muy triste como las situaciones especiales que nos tocó enfrentar", sostuvo.

La mujer contó Villa Güell estuvo aislada por una semana por Covid-19. Durante ese tiempo no la dejaron salir a buscar ayuda para cocinarles a los chicos que se quedaron sin su almuerzo diario. "Con los alimentos que tenía guardados les pude cocinar dos días nada más y fue muy duro. El Gobierno sólo entregó un bolso de mercadería a cada familia que no alcanzó para comer una semana. Por suerte se levantó el aislamiento y pude reabrir el comedor. Fue como volver a respirar y sentirme viva otra vez, con ganas de seguir luchando y buscando distintas alternativas para conseguir ayuda", sostuvo.

Graciela contó que consiguió que le donaran una frazada, un set matero, una jarra y demás elementos para realizar un sorteo. Los números ya están a la venta y cuestan 200 pesos. El dinero recaudado con su venta lo invertirá en carne, el alimento que más necesitan los chicos y el que menos consigue en donación.