Eran tres días de chaya, sobre todo a la siesta, y festejo extendido en la noche. Hasta parte de los "80, el Carnaval en San Juan no era un feriado más, era una fecha esperada. Había una fascinación por esta celebración, que luego se fue apagando y por eso hoy se recuerda con nostalgia. Para colmo, la pandemia golpeó de lleno a la festividad que apostaba por mantener vivo el espíritu del carnaval, como la de Chimbas. Por su parte, una investigadora de la UNSJ realizó un repaso a las ritos que tenían las familias sanjuaninas durante estos días de carnaval y destacó que eran jornadas de liberación, con chayas de surtidor y en plena siesta .

"La palabra carnaval viene del latín carnem levare, que significa abandonar la carne. Y muchos buscaron a través del disfraz esa liberación, la de ser por un tiempo lo que se quería ser", explicó Gladys Miranda, profesora de Historia e investigadora del Gabinete de Historia Universal Leovino Brizuela, de la Facultad de Filosofía de la UNSJ, en un informe que publicó el sitio web esa casa de estudios.

Según la publicación, los matrimonios, los hijos, los tíos y hasta los abuelos chayaban durante la siesta. "Y los vecinos se reunían en torno a un surtidor en la calle o a una acequia y se establecían enfrentamientos para ver quién mojaba más, no sólo con agua, también con barro. A la tarde noche las familias iban al corso alrededor de la plaza 25 de Mayo. Más tarde, era el momento de los famosos bailes de carnaval. En la ciudad, eran en Casa España, en el Sirio Libanés o en el Club Social; y se marcaban también las diferencias sociales. La gente más humilde, en tanto, iba a los clubes de barrio en los que venían orquestas famosas. Se utilizaba para divertimento también el agua con pomos y papel picado, lo mismo que en el corso", detalló Miranda.

En tanto, hasta mediados del siglo pasado había mucho más respeto en la celebración, puesto que luego hubo cierta transgresión con el uso de globos inflados con agua y más acá en el tiempo, con la nieve en aerosol. "Los actos de grosería eran mal vistos. Incluso antes de los años 50 había lindos gestos, como colocar en los pomos agua perfumada con albahaca para lanzar al otro", describió la investigadora en la web de la UNSJ. Quizás por eso que se acuñó la frase, "carnavales eran los de antes".

En tanto, de acuerdo a Miranda, con el paso de los años el carnaval se fue apoyando más en algunos barrios o departamentos, como Chimbas o Ullum, tratando de mantener el culto a la chaya. "El tiempo de chaya, de la comparsa, del carnaval, está marcado allí por los sonidos en los distintos barrios de los tambores y redoblantes, que anunciaban que se estaban preparando para participar en las competencias con murgas o carruajes", indicó la profesora.