Conmoción. La gente se acercaba al cuerpo del cura fallecido para tocar su rostro, besarlo o abrazarlo. Todos recordaban la alegría de sus misas.

La parroquia de Andacollo, en la villa cabecera de Chimbas, era un hervidero ayer al mediodía. Todos los fieles, conmovidos por la muerte sorpresiva del párroco Roberto Casasola, esperaban que llegaran los restos de su líder espiritual y amigo para poder despedirlo. Adentro del templo sólo había tristeza y tensión, que se encrudecían con el canto de la música sacra de fondo. Pero el silencio ceremonial se rompió casi a las 13, cuando ingresaron cuatro hombres cargando el ataúd, y de inmediato lo ubicaron en la nave de la parroquia y lo destaparon.

Entonces toda la emoción se descargó como una tormenta. la gente, en su mayoría personas mayores, se agolpaba para poder tocar y besar el rostro del sacerdote fallecido y dedicarle palabras de cariño. Casi todos rompían en llanto desconsolado. Algunas feligreses incluso estiraban sus momentos junto al ataúd apretando las manos de Casasola o intentando darle su último abrazo.

Lleno. El templo de Andacollo se vio desbordado desde que ingresaron el ataúd. Por la tarde se hizo el sepelio en el Parque Alborada, de Chimbas.

Todos hablaban de la pérdida importantísima que sufría el departamento con la partida del cura, que había fallecido el viernes pasado en su vehículo adentro del predio parroquial, aparentemente por un ataque cardíaco. También enumeraban los lugares que solía recorrer el religioso llevando su mensaje de paz y alegría. Y recordaban los rasgos de sus misas, típicas por romper barreras y ser sumamente cercanas a la gente que asistía a escuchar la palabra de Dios.

Todo esto volvió a verse por la tarde en el cementerio Parque Alborada, donde se realizó el sepelio.

Casasola tenía 56 años y había sido ordenado sacerdote el 16 de diciembre de 1988, es decir que acababa de cumplir tres décadas en el ejercicio del sacerdocio. Además de ser párroco de Andacollo, era miembro del Consejo Presbiteral y el Colegio Estable de Párrocos, y sacerdote del Colegio Parroquial. También atendía varias capillas del departamento, entre ellas la del Sagrado Corazón de Jesús, San Judas Tadeo, San José, Nuestra Señora de Luján, Nuestra Señora de Pompeya, San Pedro, San Martín de Porres, Nuestra Señora del Rosario de San Nicolás, Nuestra Señora de Fátima, Nuestra Señora del Rosario de Andacollo y Nuestra Señora del Valle.