Le gustaba hablar. Tenía una memoria privilegiada. Era conocido porque sabía cada detalle sucedido en el departamento. Amable, gustoso de compartir sus experiencias, sin títulos académicos y casi sin proponérselo, César Augusto Olmos, más conocido como don Olmos o el Negro Olmos, fue conocido por sus vecinos como el historiador de Angaco.

El hombre falleció en 2015 y acaban de bautizar la flamante peatonal del departamento con su nombre.
Don Olmos no hizo las cosas para ser reconocido. Amaba su departamento, era buen vecino y le interesaba que la historia no se evaporara. Sabía que Angaco fue cuna de sucesos históricos que marcaron a esta provincia, que fue polo económico y que durante varias décadas del siglo XX fue el sitio donde más bodegas hubo. Guardaba en su casa, como el más preciado de los tesoros, el acta fundacional del departamento y durante años se pasó registrando todos sus conocimientos en el papel por miedo a que se evaporasen. No hay vecino de Villa El Salvador que no hubiese cruzado palabras con don Olmos. Pero su accionar fue mucho más allá que conocer los sucesos históricos.

Hace unos años, el escritor Enrique González Riarte escribió el libro “Angaco y Yo” y se lo dedicó a Olmos. En ese momento, Enrique dijo “él sabe mucho sobre los hechos que fueron sucediendo en el departamento pero sólo los tiene guardados en su mente, es decir, que nada ha escrito. Siempre pienso que cuando él desaparezca, ese conocimiento histórico se perderá. Por eso, yo le dedico el libro porque él aportó muchos datos para reconstruir la historia de Angaco. 

Incansable colaborador de DIARIO DE CUYO, se convirtió en fuente de consulta obligada cada vez que había que indagar en algún dato histórico del departamento. Don Olmos no dudaba en subir a su auto y recorrer cada punto del departamento que contuviera alguna historia para contar. Don Olmos conocía como la palma de su mano cada rincón. Recordaba cada fecha importante y los apellidos de cada una de las familias angaqueras. 

En los últimos años, el costado solidario de este angaquero, que vivía por calle Nacional, a pocos metros de la estación de servicio, se hizo notar y muy fuerte. Hace más de 15 años salió a misionar con su esposa y con Mariela, también de Angaco, y se conmovió por el hambre y la pobreza que había en el departamento. Luego de hablar con el párroco surgió la idea de abrir un comedor comunitario. Tenía entonces 71 años y bajo la sombra de un sauce empezó a darle de comer a los niños.

Llegaron a carnear la única vaca que tenían para poder dar de comer a los más necesitados, hasta que con la ayuda de donaciones pudieron levantar una construcción y consiguieron comida para sustentar a los chicos toda la semana. Don Olmos subía a su Renault 12 todas las mañanas y recorría el departamento buscando donaciones. Y como todos lo conocían, nadie le negaba nada.
Esta historia se publicó, en 2012, en un medio internacional que recorría comunidades de Latinoamérica en busca de personajes solidarios.

Pero no sólo por esto fue conocido este angaquero. Cocinaba tan bien que era famoso por sus postres. Tanto así que hoy, una de sus recetas a base de leche de cabra, está plasmada en uno de los blogs de cocina más visitados.