Un día muy esperado. Sonia y Héctor rodean de amor a Ana Marcela, quien ayer llegó desde España para reencontrarse con sus hermanos mayores y poder abrazarse después de 50 años.

El primero fue tan fuerte y prolongado que todos en el aeropuerto Domingo F. Sarmiento que presenciaron ese abrazo intuían que no se trataba de un reencuentro más. Luego vino una catarata de besos y más abrazos, con la enorme "bandera" de bienvenida desplegada. Después de 50 años, el reencuentro de tres emocionados hermanos se completó ayer, el final feliz por el que lucharon durante todo este tiempo y que contó con un episodio más que particular para que se produjera.

"¿De DIARIO DE CUYO? A ustedes también quiero abrazar y decir muchas gracias", afirmaba Ana Marcela Astegiano mientras estiraba los brazos, el único momento que se separó mas de 30 centímetros de sus hermanos mayores, Sonia y Héctor Sánchez. El contacto entre ellos se restableció hace 10, cuando Ana Marcela ya residía en España, donde vive con su pareja y 3 hijos, de 30, 24 y 19 años. Por la necesidad de saber algo de su familia biológica, siguió el consejo de un amigo caucetero que también vive en España y decidió contactarse con DIARIO DE CUYO para contar su historia, que salió publicada en la edición del 2 de agosto de 2009.

En 1969, una crisis familiar separó a estos hermanos. Ana María y Santiago, los padres, se divorciaron. Ana María siguió junto a los dos hijos más grandes, Sonia y Héctor (con 8 y 7 años en ese entonces), mientras que Ana Marcela y otra hermana, Sandra, fueron entregadas en adopción, con 4 y 2 años de edad respectivamente.

Cuarenta años después, la publicación de DIARIO DE CUYO llegó a manos de Héctor de una manera que inevitablemente llama la atención y que repasó otra vez Sonia. Un hijo de mi hermano encontró una bolsa con diarios y sin un motivo en particular, la llevó a su casa. Héctor vio la bolsa, le despertó curiosidad y cuando abre el primer diario que saca, le llamó la atención una foto, creyendo que era yo. Ni bien empezó a leer se dio cuenta que era nuestra hermana de la que tanto tiempo no teníamos noticias".

Hoy, al recrear ese momento, los hermanos coinciden que más que una extraña casualidad, ese hecho era una señal que debían volver a encontrarse.

Cuando escribieron a la dirección de mail que comunicó Ana Marcela en el artículo periodístico, una tía de ellos también ya había escrito a la casilla porque había visto la noticia. El avance de las comunicaciones contribuyó a que renaciera el vínculo. Luego de un par de emails iniciales, se escucharon mutuamente la voz en el primer llamado telefónico y también hubo lágrimas en la primera videollamada que pudieron hacer.

Ana Marcela se enteró que sus padres biológicos ya habían fallecido, por lo que no pudo decirles que si bien ella sería incapaz de tomar una decisión así, no les guardaba rencor. En tanto Sandra, la cuarta hermana, adoptó una postura completamente diferente a la de Ana Marcela.

Fueron años de hablarse y quererse a la distancia. En España, Ana Marcela se enteraba también que tenía otros 3 hermanos, debido a una posterior relación de su madre con otra pareja.

La cuestión económica impedía que alguno cruzara el Atlántico en un vuelo. Hasta intentaron con un concurso de 2015, en el que se invitaba a una familia a visitar San Juan durante la Fiesta Nacional del Sol.

Cuatro años después, el círculo se completaba. Tras sorprenderse del paisaje sanjuanino, Ana Marcela volvía a tocar el rostro de su primera familia.

Protagonistas

ANA MARCELA ASTEGIANO

HERMANA QUE VOLVIÓ

"Me fui de San Juan sin desearlo y hoy regreso con el deseo de reencontrarme con mis raíces. Lo que en un principio me movilizó a esto fue decirle a mis padres que no les guardaba rencor. Eso hizo que me enterara que tenía hermanos y toda una familia".

SONIA SÁNCHEZ

"Uno mira para atrás y realmente piensa "¿Todo esto pasó"? Ahora quedarán definitivamente atrás rencores, desencuentros y otras cosas feas que tuvimos que pasar. Es una alegría tan grande que me cuesta encontrar las palabras para describirla".