El hallazgo de los manuscritos es digno de una película de Hollywood. Era el año 1946, cuando en una de las zonas más bajas y secas del planeta, la del Mar Muerto, unos 400 metros por debajo del nivel de mar, unos beduinos buscaban una cabra perdida y encontraron lo que ningún arqueólogo había visto jamás: manuscritos del siglo I dentro de vasijas de barro. En un primer momento encontraron siete que eran los mejor conservados.

Estaban rodeados por un tejido y una sustancia pegajosa que los técnicos consideran destinados a la preservación.  


Los manuscritos más antiguos son de hace 2.300 años. El 80% está escrito sobre cuero de animal y el resto son papiros. En su mayoría están en hebreo, pero también hay en arameo y los menos están escritos en griego.  


Luego de que los beduinos los encontraran en las vasijas, dentro de una cueva, los rollos fueron vendidos Anastasio Samuel y al arqueólogo Yigael Yadin. En 1954 Samuel vende sus cuatro rollos a través de un aviso que colocó en el diario The Wall Street Journal. Los compró Yadin. Un año más tarde retornaron a Israel donde se exhibieron por primera vez. Hasta ese momento ya habían encontrado en once cuevas unos 15.000 rollos, la mayoría rotos. En total tienen 30 mil fragmentos. 


En 1965 se inauguró el Santuario del Libro una sección del Museo de Israel creada especialmente para la conservación y exposición de los rollos. Entre 1955 y 1965 fueron custodiados en el Museo de Rockefeller, en Jerusalén. Al acceder al sitio del museo de Israel (http://www.imj.org.il/) y cliqueando en Srine of the book (santuario del libro), primero, y luego en The digital dead sea scrolls (Rollos del Mar Muerto digital) se puede conocer el único manuscrito completo del libro de Isaías.