La cuarentena sacó a la luz el ingenio de muchas personas en el mundo y San Juan no quedó fuera de esa tendencia, como así tampoco de la pandemia. Algunos usaron sus ideas para tratar de violar los controles policiales y poner excusas de todo tipo, pero otros las aprovecharon para ayudar a la gente, sobre todo a los que más quieren. Uno de ellos es Mauro Desimone, un joven sanjuanino que todas las noches, a las 21 en punto canta el Himno Nacional Argentino, lee algunas palabras de aliento y reza junto a sus vecinos, quienes lo siguen a la distancia, desde sus casas. "Siempre digo lo mismo. Esto es para mirarnos las caras y sentir que vamos caminando juntos. No es fácil la cuarentena para nadie. El lema de estos encuentros es: obediencia a los gobernantes que están buscando el bien común y oración para que Jesús salga a la calle", dijo el joven y comentó que la idea es transmitir esperanza y que sus vecinos sientan que están todos unidos.

Todas las noches, minutos antes de las 21 Mauro sale hasta la puerta de su casa, que está ubicada en el barrio enfermera Medina, en el departamento Capital. Su mamá Patricia, lo ayuda a armar un pequeño altar donde una vela y una imagen del Sagrado Corazón de Jesús son los protagonistas. Con su teléfono, un parlante y un micrófono llama a sus vecinos. Saluda a cada uno de los que se asoman por la ventana, el balcón y hasta los que salen a la vereda para vivir ese momento de comunión. E incluso se toma un momento para preguntar, medianera de por medio, si se olvidó de saludar a alguna persona que no vea desde su vivienda. En esa previa, algunos hasta cuentan, a los gritos, qué hicieron durante su día de cuarentena.

Los vecinos esperan ese horario para ser parte del ritual.

Cuando las agujas del reloj marcan las 21 en punto, las primeras estrofas del Himno Nacional se escuchan en ese barrio. Esos 3 minutos y pocos segundos que dura la canción patria hacen que algunos vecinos no puedan ni cantar por la falta de aire y porque se les hace un nudo en la garganta. Los ojos les brillan con más intensidad y por momentos se escuchan voces que salen hasta desde rincones donde es imposible ver (porque la calle tiene poca luz). Mamás con sus chicos en brazos, vecinos que no se animan ni a pisar la vereda y otros que se acercan sólo un poco a la casa de Mauro para que sienta su presencia, son protagonistas de este momento mágico. "Fue una idea de mi mamá y como yo tenía el parlante me pareció bueno para tener un momento comunitario", dijo Mauro y comentó su mamá preguntó en el grupo de Whatsapp si les gustaba la idea y todos los vecinos aceptaron. De hecho, esa aceptación se puede ver cada noche al circular por las calles del pequeño barrio.

Luego del himno y de un largo aplauso que transmite una mezcla de angustia y alegría, los vecinos escuchan con atención algún mensaje o palabra de aliento. "Al principio pensamos en cantar el Himno y luego rezar, pero después nos pareció bueno que cada vecino desde su riqueza transmita palabras de aliento o herramientas para que los vecinos puedan usar en esta cuarentena. Me mandan un audio y lo paso por el parlante para que todos lo escuchen y se sientan cerca", agregó.

Tras las palabras, hace unos días escucharon a una mujer del barrio que es psicóloga y que les habló del miedo y de lo fuerte que los puede hacer, llega el momento de la oración. El Padrenuestro hace eco en el silencio de la noche, mientras que alguno no quitan la mirada del cielo, como esperando una respuesta inmediata a esta crisis sanitaria. Después de esto, los vecinos se despiden. Cierran las puertas, las ventanas y el barrio vuelve al silencio de la cuarentena.