Agustín Salvia está al frente del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina. Hoy llega a San Juan, en el marco de la 29na Asamblea Federal de Acción Católica para participar del "Encuentro por el Bien Común y la Amistad Social". Será a partir de las 18,30 en la Plaza Seca del Centro Cívico.



-¿Cuál será el eje de la disertación que dará en San Juan?

-Parte de la tarea del Observatorio ha sido siempre hacer hablar a través de los números a los sectores sociales más vulnerables con el fin de poner en agenda tanto diagnósticos como soluciones. Hemos cambiado de políticas económicas y el proceso tiende a agravar más la situación que a resolverla. Si todo lo que hemos realizado ha llevado a generar estos resultados, para que algo distinto ocurra, hay que cambiar las políticas. De esto voy a hablar.



-¿Cree que la reciente devaluación aumentará aún más las cifras de pobreza?

-Según el Indec, en 2017 teníamos 25,7% de pobres, en el último semestre. En el segundo semestre de este año ya es de casi 30%. Pero lo más dramático que ocurrió es que está aumentando. Este tercer trimestre será mayor y el cuarto va a agravarlos. Se profundizará la marginalidad y la pobreza estructural. Esto implicará para las familias menos posibilidad de atender la salud, experiencias de hambre, malnutrición y problemas en la calidad educativa. Además de aumentar el malestar psicosocial y sentimiento de impotencia. Este cuadro es dramático. A pesar de este malestar, en ningún caso se está cambiando estructuralmente la matriz social, en donde una parte de la sociedad parece sobrarle al sistema político y económico.



-¿Hay un camino posible para cambiar esta matriz?

-Hay que dar un salto político. Significa refundar pactos sociales. Necesitamos que nos saquen de las grietas ideológicas, de los debates estériles y que nos coloque en las necesidades que tiene la sociedad argentina hacia adelante. Necesitamos un tipo de cambio favorable que nos permita multiplicar las exportaciones regionales, locales, nacionales. Dinamizar a los sectores exportadores, activar consumos básicos de consumos populares. Multiplicación de la demanda del mercado interno. Esta combinación no se probó en la Argentina. Se pasó de una a otra, pero no se integró.


-¿Son efectivas herramientas como las asignaciones universales o los planes sociales para combatir la pobreza?.

-Son paliativos, programas asistenciales que alivian la situación de crisis económica, que en principio tienen el supuesto de transitorias, pero se convirtieron en permanentes. Hoy no se pueden sacar porque producen un vacío económico en muchas familias pobres. El tema es cómo reemplazarlas con empleo. Hoy la política es asistencialista como lo era antes. Ante esta crisis está previsto que se amplíen las ayudas alimentarias. Pero no es la solución estructural al problema.



-El presidente Macri afirma que la tormenta pasó. ¿Qué piensa?

-En principio todos desearíamos que lo peor haya pasado. Lo peor quizás pasó a nivel financiero. Si no se hacen bien las cosas, eventualmente este no será el piso en el que se de un rebote sino un escalón en el cual todavía el infierno está más abajo. Lo que ocurra dependerá del contexto internacional y de la capacidad política de gobierno de manejar las variables macroeconómicas. Hay que acordar para que el ajuste no sea tan extremista. Esto no significa no seguir renegociando con el FMI, sino acordar con sectores sociales.



-¿Es posible la pobreza cero?

-No. Muy lejos de eso estamos.



-¿Qué piensa cuando escucha a la expresidenta Cristina Fernández criticar la pobreza en el gobierno macrista?

-Hay cierto cinismo en la clase política. Es parte de un discurso político de oposición. Igual que cuando se decía que no se medía la pobreza para no estigmatizar, o cuando un gobierno como este dice que apunta a la pobreza cero.



-En medio de esta crisis, ¿cuál es el rol de la Iglesia Católica?

-Crear puentes. Propiciar cadenas de encuentros entre gobierno, oposición y sectores vulnerables.