Viviana Agüero es mamá de tres chicos y ayer pudo volver a levantar la pared de su humilde rancho en el Bajo de Chucuma, en Valle Fértil. Junto a su casa Rita Olguín aprovechó para colgar en las tranqueras de los corrales algunas frazadas para que se sequen, mientras que Adriana Quinteros pudo sacar los baldes de su habitación porque las cañas del techo ya no goteaban. Así, de a poco, algunos vecinos vallistos volvieron a la normalidad después de que la lluvia les dio un respiro.

Y, a pesar de que todos destacaron que estaban más aliviados porque ya no se mojaban, la mayoría dijo que lo que más los alegró fue que el río dejó de crecer, y que tras una semana pudieron salir nuevamente a la ruta y estar comunicados con el resto del departamento. Es que los Bajos de Astica, Baldes de Funes y el Bajo Chucuma, estuvieron aislados porque las rutas de acceso se cortaron tras las crecidas. Lo mismo sucedió en Sierras de Chávez, Elizondo y Rivero, donde recién se pudo llegar ayer, en helicóptero.


Para el fuego

Hasta ayer hubo varias zonas de Valle Fértil en las que máquinas de Vialidad Provincial trabajaban para arreglar los accesos. Es que la lluvia mermó, pero la creciente seguía bajando. Para hoy el Servicio Meteorológico Nacional pronosticó probable chaparrones y tormentas aisladas, durante todo el día. 

Ayer, todo Valle Fértil estuvo consternado. La humedad de las paredes aún se podía ver hasta en las casas mejor construidas. El barro de las banquinas y los badenes llenos de agua, piedras y material de arrastre hicieron que la gran tormenta, que duró más de 10 días, aún se dejara ver. En este contexto, los vecinos de los sitios más afectados contaron que pasaron días duros, por la falta de comunicación con el resto del departamento. 

‘Ya no nos quedaba suficiente comida. Ni si quiera podíamos amasar porque los hornos están mojados, al igual que la leña. Tampoco podíamos ir a San Agustín a buscar mercadería‘, dijo Rita Olguín y contó que si bien desde la Municipalidad, les llevaron comida tenían mucho miedo de que la tormenta fuera aún más larga y se complicara más la situación.

En las sierras
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300 es la cantidad de personas que viven en las Sierras de Elizondo, Rivero y Chávez. Ayer se pudo asistir a esa gente con víveres y membranas.
 

En Baldes de Funes y Astica, los vecinos relataron que vivieron días muy difíciles. Incluso desde algunos almacenes contaron que ya no tenían azúcar, bebidas y otros productos para vender, porque los proveedores no podían llegar hasta esas localidades. Y si bien, todos se mostraron más contentos, porque los caminos comenzaron a abrirse, dijeron que había lugares a los que aún no podían acceder ni a caballo para saber cómo estaban los animales que crían para vivir.