Cuestión de fe. Mucha gente decidió subir las escalinatas acostada y de espalda para agradecer a la Difunta Correa los favores recibidos.


 

Como si fuesen reptiles. Con un movimiento coordinado entre caderas y homóplatos avanzaron despacio, pero sin parar. Por momentos, la escalinata que conducía a la gruta parecía eterno. Pero siempre estaba la palabra de aliento que hizo que pudieran avanzar. Entre quejidos y rezos, entre pedidos y agradecimientos, como todos los años ayer hubo promesantes que pusieron el cuerpo a la hora de cumplir una promesa. Lo hicieron subiendo las escaleras acostados de espalda, arrodillados y hasta empujándose con los brazos. De este modo pudieron llegar hasta donde se encuentra la imagen de la Difunta Correa y con las fuerzas que les quedó, le prendieron una vela, tocaron la imagen y rezaron.

Esta fue una de las postales que más se repitió durante toda la jornada del Viernes Santo en la Difunta Correa. Promesantes de distintos puntos de la provincia y del resto del país llegaron al lugar en el que, hacia el mediodía ya no entraba un alfiler. En la madrugada, la fila de gente que quería acercarse a la imagen de la Difunta sólo abarcaba la escalinata. Pero a media mañana, la fila se extendió varios metros.

Multitudinario
Ayer por la mañana, la fila de promesantes era larga. La gente tardó varios minutos hasta llegar a la cima donde se encuentra la imagen de la Difunta Correa. Muchos subieron en familia.

Para que esta subida fuese ordenada se decidió dividir la escalinata. Por un lado estaban los que subían, por otro los que bajaban. Incluso en el ascenso había una subdivisión para aquellos que decidieron subir de rodillas o acostados. A primera hora de la mañana había en el lugar varias decenas de colectivos particulares que llegaron con promesantes. Las bicicletas y motos estaban por doquier, al igual que las carpas que armó la gente ni bien llegó al lugar. Sin embargo estuvieron los que apenas llegaron se colocaron en un rincón a descansar. Es por eso que la gente durmiendo en la vereda, cerca de los baños, o debajo de los árboles también fue moneda corriente.

Desde la Administración dijeron que este año el Jueves Santo también fue bastante movido y que mucha de la gente que llegó el viernes, lo hizo para quedarse hasta el domingo por lo que ayer ya no había lugar para acampar en Vallecito.

La casita, un clásico


Los Gutierrez, oriundos de Rawson, llegaron hasta el paraje de Vallecito a agradecer por su vivienda. Es por eso que dejaron una casita de madera en el montículo del oratorio de la Difunta Correa.