La enorme olla brinda la postal. A unos metros, varios chicos preguntando a qué hora estará la "copa de leche". Es que sobre el fuego, en ese enorme tacho está, quizás, el único alimento que tendrán esos pequeños durante el día. La crisis por el aislamiento social y obligatorio para todo el país impactó de lleno en los comedores y merenderos comunitarios, que tienen que brindar su ración diaria -ya sea almuerzo o merienda- a casi el doble de personas que tenían antes de la pandemia. Es tan fuerte la demanda que no dan abasto y si bien reciben ayuda del Estado provincial, subsisten gracias a la solidaridad de los sanjuaninos. Repartidos en los distintos puntos de la provincia, estos lugares brindan alimento a familias enteras que no pueden salir a trabajar. "Ya no es gente pobre ni gente que está acostumbrada a que le regalen la comida, ahora son personas trabajadoras que no tiene dónde trabajar", dicen.

EL ARAMBURU, DE INMEDIATO

Iban recién dos días de cuarentena cuando los dirigentes de la Unión Vecinal del Barrio Aramburu se pusieron manos a la obra y con fondos propios, abrieron el comedor. Con un sondeo realizado a la brevedad apuntando a las zonas más vulnerables, comenzaron a brindarles almuerzo a vecinos de la Villa Lourdes, Villa Molina y Costa Canal, pero en días pasaron de 60 a recibir a 120 personas y hoy, a casi un mes de haberse declarado la cuarentena, le brindan un plato de comida a poco más de 150 familias del departamento. "Estamos desbordados, viene gente de La Bebida y Marquesado y no le podemos decir que no. Hemos agotado todos los recursos, del tesoro del club no nos ha quedado ni un peso, en estos últimos días hemos recibido ayuda pero aún así no damos abasto", comentó Augusto Pérez Olivera, presidente del club barrial. Dice que allí comenzaron con una olla de 100 litros y hoy tienen tres en las que cocinan ante tanta demanda. "Entregamos a abuelitos que por ahí llevan dos porciones pero también tenemos familias de ocho integrantes y a todos tratamos de darle porciones grandes porque por ahí ese almuerzo significará la única comida del día. Es feo cuando llegás al fondo de la olla y te queda gente, un día nos quedamos sin comida y había una mujer a la que le tuvimos que dar una docena de facturas como para que tuviera algo que comer", comentó conmovido por la situación. Allí, en ese populoso barrio les brindan también la merienda por las tardes, les imprimen las tareas a los pequeños y también hicieron barbijos, pero claro, lo esencial es el plato de comida. Trabajan por día, entre quienes cocinan, entregan la comida, buscan las donaciones y limpian, más de 30 personas.

Sobra organización. El club social del Barrio Aramburu realiza por día unas 500 porciones para sus comensales.

EN CHIMBAS SOBRA CORAZÓN

De 50 personas, entre chicos y abuelitos que acudían día a día por su copa de leche, hoy Karina Riveros recibe en el patio de su casa a un centenar de pequeños que con su botella o jarra en mano, le llevan la merienda a sus hermanitos. Se trata del merendero "Manitos felices" de Chimbas, que empezó a funcionar desde diciembre pero que llegó a su pico de concurrencia en estas últimas semanas. Como sucede en la mayoría de merenderos, allí subsisten de la solidaridad de los negocios vecinos, que aportan la leche, el azúcar o la harina con la que se realizan sopaipillas o semitas y si no, alguna panadería los premia con facturas o tortitas. Allí, en el Barrio San Francisco 1 reciben a la barriada del San Francisco 2 y también del barrio lindero Cepas Argentinas. "Siempre fuimos un barrio con muchas carencias pero ahora mucho más. Antes quizás venían los chicos que vivían por acá cerca pero ahora vienen de barrios vecinos porque verdaderamente hay hambre", cuenta con la voz temblorosa Karina, una empleada doméstica siempre ligada a acciones solidarias: tiene un ropero comunitario y cuando algún vecino necesita de algo, ella hace lo imposible para conseguirlo. Así lo hizo hace unos días cuando una abuelita se cayó y se fracturó y ella salió a conseguirle una silla de ruedas. Esta semana cuando DIARIO DE CUYO llegó a su casa, "era un día de suerte" según ella contó. Es que tenía para darle a los chicos, "yerbiado", arroz con leche, pan, tortitas y facturas y hasta postrecitos caseros que un vecino les donó. "El corazón es enorme de quienes colaboran. Por ahí lo poquito que tenemos lo fraccionamos lo mayor posible para que alcance para todos", comentó.

No aflojar. En el Barrio San Francisco, Karina no quiere cerrar su merendero. En esta crisis su ayuda es clave.

DEFENDER LA SOLIDARIDAD

"Doña, ¿hay copa de leche hoy?". La pregunta la hace desde la vereda un pequeño de unos 5 añitos que ante la respuesta afirmativa de la dueña de casa, en sus ojos brillosos se refleja el agradecimiento. El pibe corre y a los minutos aparece con una botella y una bolsa para llevar al arroz con leche y las sopaipillas que Valeria Gómez preparó con varios kilos de harina que un comerciante de la zona le donó.

El merendero "Niño Jesús" funciona martes, miércoles y jueves hace tres años en el Asentamiento "La Defensa" en La Bebida. La humilde casa de Valeria, ya tiene su piso de tierra bien barrido y regado esperando a los pequeños. Allí, en un parrillero improvisado está la olla que usó desde horas antes la mujer, que debido a la gran demanda que viene teniendo en los últimos días, tuvo que hacer dos partidas de arroz con leche y yerbeado. "Acá tenemos alrededor de 146 chicos, ahora les pedí que venga uno por familia. Es que acá en el asentamiento hay alrededor de 9 niños por casa", cuenta la mujer que se desvive para poder seguir manteniendo a su merendero de pie. Ella es ama de casa, tiene dos hijos que mantener y su marido es un changarín que ruega que le salga algún "trabajito" en su camión. Precisamente mientras brindaba la entrevista, recibió el llamado de una panadería de Marquesado que le donaba 100 facturas, rápidamente partió con su marido en el camión a buscarlas, pero antes tomó varias sopaipillas para llevarle al panadero como agradecimiento. A los minutos, cuando volvió, una veintena de pequeños la esperaban en la vereda. También estaba Daniela Marinero, una mujer que antes de la cuarentena le ayudaba a los pequeños con las tareas, pero ahora llega para darle una mano a Valeria. "Recibimos ayuda del municipio, pero en estos tiempos nada alcanza. Hoy hice yerbeado para que las cajas de leche duren varios días más. Los chicos tienen hambre, por eso es hermoso ver cuando les das lo poco que hay y te pagan con un "gracias, doña Valeria", eso no tiene precio. Todos los días ruego a Dios que siga habiendo gente solidaria que colabore para que estos chicos puedan tener su lechita", comentó.

ZULMA NO AFLOJA

Se llama Zulma Heredia, es una mujer que vive de la pensión que le dejó su marido cuando enviudó, pero aun así, con muy poco se las ingenia para seguir manteniendo junto a su nuera Marilú Sosa, el merendero "Piecitos descalzos" que por estos días duplicó la convocatoria para recibir a 60 chicos en Caucete. En su horno de barro, las mujeres amasan pan o semitas para que los pequeños y adultos puedan acompañar el té o la leche que les realizan día a día. Esta semana el merendero ubicado en el Barrio Las Viñas, no funcionó, es que Zulma padece diabetes y debió estar internada dos días, pero apenas le dieron el alta puso manos a la obra nuevamente en su objetivo de brindarle a sus vecinos que menos tienen, el sustento diario. "Acá por ahí no tienen qué comer y esa leche, significa muchísimo". Los días sábado al mediodía y gracias a las donaciones que reciben de los comercios del centro caucetero, aprovechan para hacer una olla popular. "Hacemos comidas que sean sustentables, fideos, arroz, lentejas, todo dependiendo de lo que nos donen. Por ahí para agregarle pollo, carne o verduras, sacamos de nuestros bolsillos. Hoy en día tenemos el doble de gente y si salimos a pedir a los negocios que nos donen es porque necesitamos con urgencia, no podemos abandonar a la gente en este momento".

REBUSQUE EN LA LOURDES

Ubicada en Rivadavia, casi en el límite con Chimbas, un grupo de vecinas de la Villa Lourdes buscó una buena alternativa para ayudar con gente de ese vecindario que no la estaba pasando bien. "Todos estamos pasando por una mala situación, por eso el objetivo es ayudar a aquellos que hoy no pueden tener en su mesa un plato de comida, tal como muchas veces nos pasó a nosotras", comentó Rocío Ferreyra una de las personas que está a cargo de la movida.

Las mujeres salen a pedir donaciones a los negocios aledaños y así consiguen alimentos para brindar una ayuda a quienes más lo necesitan. Empezaron hace una semana pensando en brindar un almuerzo pero aprovecharon también y pudieron hacer merienda para los chicos. "Vamos a seguir luchando para que todos tengan qué comer, por lo menos hasta que todo esto pase", comentó Luis Argumosa, uno de los tantos vecinos que se pusieron el equipo al hombro.

  • Un granito de arena puede ser fundamental

Si bien la mayoría de los merenderos de la provincia recibe ayuda estatal, ya sea de algunos municipios como de Desarrollo Humano, es tanta la demanda en todos los sectores, que no alcanza. Para quienes deseen colaborar por la cercanía teniendo en cuenta que rige el aislamiento, pueden comunicarse por teléfono y pactar la entrega ya que muchas veces, quienes están al frente de estos grupos solidarios pasan a buscar las donaciones a domicilio. En el Barrio Aramburu, pueden comunicarse con Pérez Olivera al 155327183; en el de Villa Lourdes, Luis Argumosa recibe donaciones al número 155191898; para colaborar con el merendero "Niño Jesús" de La Bebida, comunicarse con Valeria al numero 154411241, en tanto que para colaborar con Karina del merendero "Manitos felices" en Chimbas escribir al 154176920; por último en Caucete, en el merendero "Piecitos descalzos", Zulma espera colaboración al numero 154165145. Todo, por lo mínimo o mucho que sea, resulta importantísimo para los merenderos.