En honor al prócer. Las máscaras gigantes que cuelgan del techo de la Casa Natal sirven para recrear el clima de fiesta que se vivía en los carnavales de fines del siglo XIX.

 

Con un poncho de vicuña y un sombrero chambergo que cubría parte de su rostro, sorprendió a todos cuando se desplazó entre la multitud montado en un carretón viejo. La gente no dudó en mojarlo y él no tardó en responder. La chaya fue inevitable. No era una mascarita de carnaval. Era el presidente Domingo Faustino Sarmiento, que en 1869 restableció la celebración del carnaval en las calles de Buenos Aires. Y además se sumó a los festejos. Tal es así que lo bautizaron como “emperador de las máscaras”. Esta historia es la que se puede reconstruir en la Casa Natal de Sarmiento donde se montó una exhibición sobre el tema. La muestra estará abierta al público hasta el próximo 9 de marzo. Hoy empieza el carnaval.

Sarmiento trajo la idea del carnaval cuando viajó a Europa. “Le llamó la atención porque se dio cuenta que el carnaval traía una situación social muy interesante porque en esa fiesta se borraban las clases sociales. Decía que la mejor manera de medir la moral de un pueblo era en el carnaval que en los comicios”, dijo Arturo Sánchez, de la Casa Natal de Sarmiento. Cuanto Sarmiento asume la presidencia, en 1868, volvió a instaurar el carnaval lo que llevó a la aparición de numerosas murgas compuestas principalmente por los negros, donde luego se sumó la clase alta. Comenzaron en 1869.

En 1873, los integrantes de la comparsa “Los habitantes de la Luna” lo nombraron como “Emperador de las máscaras” y obsequiaron una medalla alusiva. Este es uno de los tesoros que está en exhibición en la Casa Natal de Sarmiento.

Por aquella época esta era la comparsa más famosa de la que participaban personajes de renombre como Emilio Mitre, Delfín Huergo, Alberto Casares, Ireneo Portela y Anacarsis Lanús, entre tantos otros. Así, impulsados por Sarmiento, por las calles porteñas desfilaban “el fraile”, “el gordo” y “el baby”, los disfraces más recordados. Luego de que esta comparsa le regalara a Sarmiento la medalla, el sanjuanino los invitó a tomar el té en su casa. La invitación decía: “el gusto de conocer al loco Sarmiento”. “Ellos fueron y Sarmiento les pidió que lo imiten. Luego de escuchar a su imitador, Sarmiento lo interrumpió alegremente y le pidió que tratase de copiar al ministro Dalmacio Vélez Sarsfield, presente en la bien provista tertulia. Luego de esto Vélez Sarsfield les dijo con tonada cordobesa: “¡Si están todos mamaos!””, contó Sánchez.

“El día de mi llegada a Roma, la campana del capitolio empezó a tañer a golpes redoblados pasado el mediodía. Y un murmullo respondió de todos los ángulos de la ciudad a una señal impacientemente esperada como la voz del ángel del placer que llama a los muertos a una vida febril. Era la apertura del Carnaval;” lo relató Sarmiento en su libro Viajes. Y esto fue lo que quiso revivir en su país.

Los carnavales ya existían en épocas de la colonia. Pero fueron como un vaivén entre excesos, desmanes y decretos de prohibiciones.

Luego de 1810 se estilaba hacer dos agujeros, uno en cada extremo de un huevo, y soplar para quitarle el contenido. Una vez limpio, se lo llenaba con agua para tirar a la vecina desprevenida. Fueron antecedentes de las bombitas que hoy conocemos. En 1854, el gobierno de Buenos Aires autorizó la realización de bailes de máscaras y juegos de agua, únicamente para los tres días de carnaval. Sin embargo, el primer corso oficial se realizó durante la presidencia de Sarmiento. “Dicen que lo mojaban y no se enojaba”, contó Sánchez.

Así, el disfraz pasó a ser la estrella del carnaval con la gran inmigración. Las colectividades festejaban el carnaval cosiendo disfraces, sobre todo para los chicos de la casa, que recreaban el modo de vestir de su lugar de origen. Luego los fotografiaban y mandaban esas fotos a sus familiares en tierras lejanas. Pero Sarmiento rescató de estos encuentros, la mezcla de las clases sociales.

 

Para poder ir a la exposición
 

Es la primera vez que en la Casa Natal de Sarmiento se realiza una muestra que haga referencia al carnaval y al prócer. La exposición está abierta al público y se montó en una de las primeras habitaciones de la casa, en el ala Norte. Los interesados en recorrer parte de la historia pueden hacerlo de lunes a viernes de 9,30 hasta las 20 y los fines de semana y los feriados, desde las 10 y hasta las 16.

 

Las críticas y las defensas
 

 

Sarmiento fue criticado duramente por la oposición y el carnaval no estuvo exento a esto. En el periódico El Mosquito aprovecharon la oportunidad para realizar varias caricaturas que mostraban al prócer en un corso. También ilustraron a otros personajes de la época. Sin embargo, Sarmiento siguió defendiendo esta festividad porque dijo que era donde realmente se veía la moralidad de un pueblo.