Habla del kitesurf y le cambia el tono de su voz. Es inevitable darse cuenta de que ama lo que hace y que está agradecido por las oportunidades que le dio la vida. Y hoy, a 5 años de haber iniciado una etapa de superación, se atreve a contar su historia para que otros puedan seguir sus pasos. "Yo diría que gracias al kitesurf mi vida dio un gran giro. Decir que giró 180 grados, es poco", dijo entre risas José Carrizo, conocido como Jessman. El kitesurfista comentó que tiene 29 años y después de vivir una vida llena de excesos conoció las virtudes de este deporte acuático, que lo sedujo desde el primer momento, y hoy vive sanamente. "Gracias al kite no consumo drogas ni alcohol hace más de 3 años", confesó y dijo que ahora está organizando sus horarios para poder participar del próximo Kite Fest en el dique Cuesta del Viento (ver aparte). 


Viene de una familia humilde. No terminó la escuela por estar "mucho en la calle" y justamente fueron esas horas de ocio las que lo llevaron a tener una mala vida. "Cuando andás en la calle te encontrás con muchas cosas malas. Siempre trabajaba, pero a la vez no estaba bien. Por mi trabajo siempre me relacionaba con gente de una clase social más alta que la mía y en esos momentos pensaba que podía salir de esa vida que llevaba, pero a la vez no hacía nada para estar mejor", recordó y comentó que cuando era adolescente siempre sus amigos le decían que cambiara su vida, pero él no los escuchaba. Y justamente esos amigos, que practicaban windsurf en Rodeo, son los que le dieron un gran empujón para superar sus problemas. 


"Yo trabajaba como albañil y unos amigos se estaban haciendo una casa en Rodeo. Yo los ayudaba los fines de semana y ellos me convencieron para venirme a vivir acá -por Iglesia- para hacer windsurf. Cuando llegué estuve viviendo en una de las playas de ellos y conocí el kitesurf. Los vi volar a los chicos que navegaban y me encantó", dijo y contó que ahí comenzó su relación con este deporte. "Venirme a Rodeo fue como entrar en un centro de rehabilitación, porque mi vida mejoró en todo", agregó y dijo que sus amigos hasta le dieron hospedaje para que pudiera empezar de cero.


Cuando comenzó a aprender sobre kitesurf no tenía dinero para costear las capacitaciones, que lo ayudaron a ser hoy un instructor certificado. "Pagaba las clases con trabajo. Ayudaba en la construcción de una galería, que es donde hoy funciona la Asociación Sanjuanina de Kitesurf. También ayudaba en la cocina de la cantina. También hice el mantenimiento de unas cabañas que tenían los chicos que me enseñaban", dijo y comentó que recibió mucha ayuda de otros kitesurfistas. La ayuda llegó a tal punto, que hasta le prestaron dinero para comprarse sus primeros equipos, que eran usados. "Esa plata también la devolví haciendo trabajos", comentó y dijo que recién el año pasado pudo adquirir sus equipos nuevos, pues cuestan cerca de 3.000 dólares.


"Fue gracias a que tuve un golpe de suerte. Trabajé en la construcción de las cloacas de Iglesia y como instructor me fue muy bien, entonces logré juntar el dinero", dijo y contó que una de las cosas más lindas que le pasaron en la vida es ver llorar a sus papás de alegría y orgullo. "Antes lloraban por los dolores de cabeza que les ocasionaba", concluyó.

El kite, una pasión. Para José este deporte es una pasión. Actualmente vive gracias a esta disciplina y sueña con poder tener su propia escuela de kitesurf para chicos.

El Kite Fest


Todos los años el dique Cuesta del Viento es el escenario el Kite Fest, un encuentro internacional de este deporte. Esta vez, el evento se realizará desde el 2 hasta el 5 de marzo. Habrá hasta capacitaciones para el público.