A simple vista, Isabela es una beba normal. Sus cachetes colorados y su buen humor logran enternecer a cualquiera. Siempre impecable y atenta a todo lo que pasa a su alrededor. Mimada por su mamá y cuidada como un tesoro por su hermana. Pero los días no son fáciles para esta beba de 9 meses. Padece una enfermedad coronaria congénita.

Respira con dificultad, no puede alterarse y mucho menos tener un simple resfrío. Lo más complicado es que vive en una casilla de madera en la que apenas cabe el cochecito. El frío traspasa las paredes delgadas y ni siquiera hay una bacha en la cocina. Tampoco hay un lugar cálido para asearla y hay vidrios rotos porque en varias oportunidades entraron a robar a la vivienda. Por eso, la mamá, Andrea Román (36), salió a pedir ayuda. Básicamente lo que necesita es que terminen las instalaciones del baño y la cocina, que le cambien la puerta que está destrozada producto de un maleante que ingresó a robar y una estufa.

Isa (así le dicen en su familia) no pierde el ánimo. Esto aunque tiene el sueño liviano. Nació con transposición de grandes vasos con doble discordancia av-va, más comunicación interventricular, estenosis pulmonar e insuficiencia cardíaca de una de las válvulas. Todo esto debe ser tratado con el tiempo mediante distintas cirugías. Es por todo esto que al mes y medio de vida llegó al hospital Garrahan por primera vez y tiene que ir periódicamente para ser chequeada.

Todo esto se lo solventa el Ministerio de Desarrollo Humano. Pero Andrea contó que el mayor problema que tiene ahora son las condiciones en las que vive la beba. “No puede resfriarse, ni tener fiebre. Es algo imposible en este lugar que tiene hasta las ventanas rotas”, dijo Andrea que hasta antes de que naciera su tercer hija era auxiliar en un geriátrico pero tuvo que dejar de trabajar para cuidar a su hija. “Vivo de trámite en trámite. Salgo a la calle temprano y a veces una vecina me ayuda a cuidar a los niños. Cuando tengo que viajar también es complicado porque debo llevarme a mi hija de 7 años porque no tengo con quién dejarla”, contó la mujer.

Isabela tiene mucha garra. Le gusta disfrutar del sol en el invierno. Sentada en su cochecito observa cómo su mamá asea el lugar con lavandina para evitar los gérmenes (recomendación que le dio el médico), y cómo hace dibujos en un papel su hermana que desde hace unos días tiene varicela.