Lazos. Javier (dirigiendo la selfie) es cuarta generación de médicos. Sale el tema de conversación y Oscar recuerda que en la familia Lloveras van por la quinta generación.


Cuando comienzan a evocar anécdotas de sus hijos y nietos jugando, es que no queda ninguna duda: "Mi nieta juega siempre con muñecas y un estetoscopio". "Se sube a su autito mi hijo y le pregunto: ¿Dónde vas? Y me dice que tenía que ir rápido por la clínica para pasar después por el sanatorio y que trataba de regresar a cenar". "Con 7 años, le dijo a su compañero de grado que le avisara si le seguía doliendo la panza, para que lo operara su padre". "Le dije a mi niño que dejara de crecer y me preguntó si eso se operaba. Como recibió un no como respuesta, me aseguró que eso no es posible".


Sí, como muchas familias los Kerman tienen material para pasarse todo un día contando anécdotas de los más pequeños, pero confiesan que a pesar de que escogieron una profesión que les demanda mucho (y en ocasiones excesivo) tiempo, invariablemente terminan hablando del trabajo en los pocos momentos que se encuentran fuera del ámbito laboral. Recorrer el árbol genealógico es ver que la medicina es el denominador en común, su sello. Hijos de David Kerman (neumonólogo), Andrés (cirujano) y Oscar (oftalmólogo) son hoy los más longevos. Andrés se casó con María Cecilia Cabo (anestesióloga), hija de Horacio Cabo (anestesiólogo) y nieta de Emilio Giannulo (ginecólogo). De sus tres hijos, Javier (cirujano) se convirtió en cuarta generación de médicos, quien se casó con Yamila Amicarelli (dermatóloga), hija de Juan Carlos (neurocirujano).


Por el lado de Oscar, tuvo tres hijos con su esposa Susana (hija y hermana de los médicos Pedro y Jorge Blinder). Dos de sus tres hijos son médicos: Esteban (oftalmólogo) y Mariana (anestesióloga), casada con Leonardo Affronti (cirujano), también hijo y hermano de médicos, que hoy trabajan en Mendoza.


Lo admiten: los daños colaterales los sufren los miembros de la familia que escogieron otra profesión. Como Federico, hermano de Javier, quien a pesar de ser ingeniero agrónomo y pedir que se hable de otros temas en las reuniones, hasta sus propios amigos le consultan todo el tiempo sobre temas médicos.


Oscar se define como un apasionado por la medicina aunque reconoció que hizo intentos con hijos y sobrinos para que evaluaran otras carreras, y en la mayoría de las ocasiones no tuvo éxito. Mariana indica que nunca se planteó hacer otra actividad. Esteban cuenta que cambió de colegio en la secundaria porque sabía que una de orientación comercial tendría poca influencia en su formación como médico. Javier afirma que hizo la elección desde lo emocional, no de lo racional. Simplemente estuvo convencido y agrega que eso tiene también un costo. Leonardo señala que "cuando las cosas no salen bien, te angustiás y transmitís eso a tu familia". De un listado interminable de postergaciones familiares, Yamila recuerda las vacaciones que no pudieron tomarse, con los pasajes comprados, el hospedaje pagado y las valijas armadas, por un paciente que debió internarse.


El contraste de la razón y los sentimientos es recurrente. Por el tiempo que demanda la medicina, María Cecilia recuerda que le dijo a Andrés que es una profesión para ser soltero. Hoy, está más que feliz con que su hijo Javier y su sobrina Mariana, con sus respectivas familias, hayan decidido regresar a San Juan, cuando ya se habían radicado en Buenos Aires. En tanto Esteban (que atiende 3 días en Mendoza y 2 en San Juan) reconoce que disfruta especialmente tener a su padre de compañero de trabajo: "Con todos los sacrificios que conlleva esta profesión, la volvería a elegir sin dudas. Me encanta lo que hago. Es una carrera muy larga y realmente tenés que ser un enamorado de lo que hacés", dijo el oftalmólogo.


El entusiasmo por la medicina los domina. Intercambian opiniones todo el tiempo. ¿Cuáles son los desafíos para un médico en San Juan hoy?


Esteban asegura que es la actualización de conocimientos: "Hoy los avances de la medicina son muy rápidos. Sin dudas avanza mas rápido que lo que podamos por ejemplo ir incorporando en tecnología".


Según Andrés, "San Juan no se separa del resto de Argentina en cuanto a riesgos e inseguridades de la profesión. Además, no es fácil la capacitación, aunque gracias a Dios en este decenio se abarató muchísimo por Internet"


Oscar añade: "Hacer una medicina inclusiva. No todo es tecnología, para hacerla inclusiva hay que trabajar de otra forma los recursos humanos".


Cada tema dispara distintos puntos de vista. Acuerdan que todo indica que en la familia, los médicos continuarán siendo una abrumadora mayoría, por lo que van viendo en los pequeños. Esteban redondea: "Mi hija Sofía, que está por cumplir 12 años, me dijo que ella ya decidió que quiere ser médica. Sé que puede cambiar de idea y yo nunca voy a tratar de influenciar en sus decisiones, pero lo que me dijo fue un mimo a mi alma. Por lo que ya comparto con mi familia, sé que a través de la medicina podré acercarme más a mis hijos".

Inseparables. Desde la izquierda, Javier Kerman, Yamila Amicarelli, Oscar Kerman, Leonardo Affronti, Mariana Kerman, María Cecilia Cabo y Andrés Kerman.



Andrés Kerman
Cirujano

"No hay que endiosar esta profesión, sino humanizarla. Cuando uno empieza a pensar lo fantástico que hace las cosas, Dios se encarga de demostrarte que sos humano. La gratificación mayor es que las cosas salgan bien".

Javier Kerman
Cirujano

"Aunque hagás las cosas bien y los resultados salen mal, es inevitable sentirte mal. Repasás y repasás lo que se hizo y es imposible dejar los problemas del trabajo en el trabajo. Te dormís pensando en eso".

Mariana Kerman
Anestesióloga

"Me fascina lo que hago, a pesar del sacrificio personal y familiar. La medicina demanda invertir tiempo constantemente y eso no se puede comprar. Pero es lo único que hago y nunca dudé de que esta es mi elección".