Una vida dura. La mujer tuvo diez hijos. El último nació ciego. Ella vive en ese lugar desde muy chica y sólo pide que le den materiales para terminar el techo de la cocina y poner puertas.

Hace más de cuarenta años que vive al pie del cerro. Allí tuvo sus diez hijos y a pesar que varias veces le ofrecieron mudarse, Rosa Ramos se niega a abandonar el lugar, aunque la vida se le está poniendo cada vez más difícil. Hace diez años tuvo a Leonel que nació ciego y ahora la mujer tiene que dializarse tres veces por semana.

Tiene 53 años pero parece de más edad. El paso del tiempo y las necesidades dejaron huellas en sus pies, sus manos y su rostro. Aún así Rosa no se resigna, pero dice que le está siendo difícil criar a su hijo más chico. Él es Leonel, que tiene 10 años y nació ciego. Como puede, la mujer lo lleva dos veces por semana a la escuela Braille. Dice que en general no puede terminar el año lectivo por falta de recursos o porque ella está mal de salud. Es que Rosa tiene que dializarse tres veces por semana.

Ni bien se recorre uno metros del callejón Lourdes se puede divisar la precaria casita. La cocina no tiene techo y por eso cocinan afuera. En el lugar vive Rosa con cinco hijos y cinco nieto. No tienen más que dos piezas en las que hay un par de cuchetas viejas y dos camas. Rosa no pide grandes cosas. Dice que con la pensión se las arregla, pero no tiene recursos para arreglar la casa. Mientras tanto, el chico debe desayunar y almorzar en el patio. La cena llega sólo cuando alcanza la plata, cuenta la mujer. "Sé que el municipio ayuda mucho, pero no nos tocó", dice.