Las casas parecen una pensión, pero nadie paga alquiler. Viven como si fueran parte de la misma familia, pero lo único que tienen en común son las ganas de volver a empezar y de retomar su paz. Y, como comparten el mismo techo, cada una tiene un rol adentro de ese hogar. Así es parte de la vida de cerca de 20 mujeres que viven en los dos hogares de la Asociación de Amas de Casa, que contienen a víctimas de violencia y abusos sexuales, les brindan asesoramiento y hasta les enseñan a ser emprendedoras, para que tengan sus propios ingresos y puedan vivir tranquilas. 


Pasaron muchos años sumidas en relaciones de pareja o familiares muy violentas. Algunas decidieron dar un paso al costado, otras se escaparon de ese mundo y hasta eligieron vivir en la calle, para no soportar más esas relaciones tortuosas. Esto, hasta que llegaron a los hogares "Rocío Villalón" y "Ceci Martínez", que tiene la Asociación Amas de Casa y que se solventan con lo que aportan las socias de este grupo y lo que cada una de las integrantes hace gracias a su trabajo. 

Estudiantes. Hay varias chicas que son jóvenes y comenzaron o retomaron sus estudios universitarios para poder independizarse. 


Sin tener vergüenza, repitiendo que ellas no tienen nada que esconder, las mujeres abrieron las puertas de estos hogares a DIARIO DE CUYO, mostraron cómo es su vida y contaron qué hace cada una de ellas para poder subsistir y hasta enviar a sus hijos a la escuela. 


Dentro del hogar la música a todo volumen, los niños que corren por los pasillos, el olor a comida casera y algunas risas forman parte del día a día. El lavarropas funcionando, alguna de las mujeres pasando el lampazo o barriendo el patio, también hacen que esos refugios tengan muchas similitudes con una casa de familia. Sin embargo, una policía en la puerta y algunos carteles que indican cómo identificar la violencia de género, hacen que se note que en el lugar viven mujeres con duras historias en su pasado.


La mesa de cada uno de los livings es el punto de encuentro de cada una de estas víctimas. Ahí toman mate, comparten el almuerzo y hasta conversan mientras estudian o hacen proyectos para poder aumentar sus ingresos. Es que en los hogares hay mujeres de entre 25 y 50 años. Y es en esas mismas mesas donde ellas se animaron a contar sus historias a este medio. Natalia, Andrea, Sandra, Maira y Celeste son algunas de las mujeres que viven en los hogares y que a simple vista dejan ver lo felices que están de poder tener ahora una vida totalmente distinta. 

Reunidas. Todos los días, las mujeres comparten un momento de reflexión. Dicen que estos encuentros las incentivan a seguir adelante.
  • CONVIVENCIA

En los hogares hay reglas claras. Algunas son las encargadas de hacer la comida, otras la limpieza y algunas hasta se encargan de cuidar los niños de sus compañeras para que las demás puedan trabajar. "Cada una tiene un rol y cada una busca de qué trabajar. La idea es incentivarlas a que emprendan y puedan salir adelante", dijo la presidente de la Asociación Amas de Casa, Laura Vera. Mientras que algunas de las mujeres comentaron que hay integrantes de estas comunidades que hacen semitas, ravioles caseros, viandas, pizzas, y otras que hicieron cursos de manicura, depilación y peluquería y trabajan fuera de los hogares para poder subsistir. 


"Yo estoy muy agradecida a este hogar y a mis compañeras. Uno aprende día a día y entre todas nos ayudamos mucho. Yo tengo 25 años y hace poco tiempo estoy acá. Fui víctima de abuso sexual de parte de mi papá, y mi hermana me ayudó mucho cuando quedé en la calle con mi hijo. Ella fue la que me trajo acá y encontré estas mujeres que me hicieron ver que la vida puede ser mejor", comentó Maira, mientras que Sandra, una de las mujeres más grandes dijo: "Yo vivía como en una cárcel y me escapé. Hace varios meses que vivo en este hogar -por el Rocío Villalón- y ahora siento que soy libre. Me levanto todos los días de madrugada y a las 7 de la mañana ya tengo la semitas para vender y cerca de las 14 empiezo a amasar otra vez para la tarde". Comentó también que los ingresos que cada una saca con su trabajo lo usa para gastos personales.


"Llevo dos años en este hogar y poco a poco me estoy comprando muebles para irme a vivir sola con mis hijos. Sin la ayuda que recibí acá no podría haber salido adelante ni me sentiría capaz de todo", concluyó Natalia, de 40 años, mientras que sus compañeras de casa no pudieron disimular el orgullo de ver cómo paulatinamente cada una logra resolver su vida.


"La idea es que ellas puedan salir de estos refugios y tengan con qué defenderse en la vida. Sepan trabajar y no dependan de nadie para poder vivir tranquilas", agregó Vera y comentó que por eso ellos les dictan talleres de maquillaje, de computación, panadería y otros más, para que tengan herramientas. También dijo que tienen un gabinete de profesionales que ayuda a las mujeres psicológicamente para que puedan salir de la victimización.

PARA AYUDAR
Los hogares subsisten con lo que reciben de la cuota societaria de las socias de la Asociación Amas de Casa. Además del trabajo particular, muchas de estas chicas ayudan en comedores y merenderos de la asociación. Los interesados en ayudarlas pueden comunicarse al 2644654727.


HOGARES
Cecilia Martínez y Rocío Villalón, nombres que tienen los hogares, son en honor a dos sanjuaninas que perdieron su vida víctimas de la violencia de género. El Refugio Rocío Villalón es más nuevo y fue inaugurado hace unos días, mientras que el otro funciona desde noviembre de 2018. 

  • La vida de Carla fuera del refugio y con sus hijos

Carla tiene 31 años y vivió durante más de 2 años en el hogar Ceci Martínez, que es el más antiguo. Y si bien ya se define como 'independiente' porque logró salir de los hogares y tener su trabajo para alquilar una casa junto a sus hijos, dijo que nunca se separa de los hogares. 'Salir de la vida de la violencia de género es muy difícil, por eso sigo en contacto con las demás mujeres y cuando puedo las ayudo. Siempre les digo que el primer paso, pedir ayuda, ya lo lograron y que de ahora en más todo tiene que ser mejor', comentó y dijo que a pesar de que ella recibió mucha ayuda y se siente mucho más segura en su vida, aún tiene momentos en los que recuerda todo lo feo que pasó y siente que no puede más. Pero contó que siempre saca fuerzas y recuerda también todas las cosas lindas que vivió en los refugios, para volver a tomar impulso y seguir.