"Cada vez que mi hija sale al kiosco a comprar le repito que si siente tiros debe refugiarse en cualquier casa donde la dejen pasar. Si no les enseñáramos a los niños cómo cuidarse, deberían vivir encerrados". Esta es quizás una de las frases que más desnuda cómo es la vida en la Villa del Sur, el lugar que hace una semana fue el epicentro de un tiroteo que terminó con un joven de 26 años muerto y que sacó a la luz cómo estas familias chimberas viven rodeadas de delincuencia, drogas y balaceras.

A 3 días del homicidio y cuando aún la custodia policial hacía que la villa estuviera como en pausa, este medio recorrió las calles del asentamiento y los vecinos, sin dar datos de su identidad, comentaron cómo es vivir con el miedo como aliado.

Al entrar al barrio, un arcoiris y la sonrisa de unos niños pintados en un mural contrastan con la realidad que se ve en la calle, que acumula basura y agua en casi todas las esquinas. Las casas de adobe, salvo algunas pocas, dejan en evidencia las necesidades de algunas familias. Mientras que la voz de cada uno de los que hablaron con este medio e incluso entre quienes no se animaron ni a dar opiniones anónimas, evidenció el miedo con el que viven a diario y con el que según dicen debieron aprender a sobrevivir.

Asomados desde la ventana, sin querer salir ni a la vereda para hablar, o advirtiendo desde el principio que no quieren ser identificados por temor a las represalias, los vecinos dijeron que a ellos no les queda otra que amigarse con el miedo y aprender día a día a buscar estrategias para tratar de "salir bien" hasta cuando van a tomar el colectivo. Esto es así porque el peligro, dentro de la villa, está latente en todo momento.

En casi todas las casas de la villa, los pisos son de tierra y tienen muchos perros que juegan con los niños.


Un enfrentamiento a tiros entre bandas terminó con Matías "Pochi" Maurín (26) muerto. El crimen de este joven, que tenía antecedentes, enardeció el clima de la villa que según la misma policía es "complicada". Incluso, hubo durante varios días amenazas de nuevos cruces entre las bandas, razón por la cual la Policía custodiaba el lugar.

Según fuentes judiciales, todo ocurrió alrededor de las 20 del domingo pasado y el fallecido presentó al menos una herida de arma de fuego. Además, dijeron que los pesquisas hallaron cerca del cadáver una gran cantidad de proyectiles. El jueves pasado se realizó la primera audiencia por el crimen que tiene como principal sospechoso a Nahuel Sosa y la Justicia resolvió darle 5 meses de prisión preventiva que deberá cumplir en el Servicio Penitenciario, mientras los fiscales tendrán 8 meses para reunir las pruebas. En tanto que ayer detuvieron a una hermana suya (ver página 23).
La Villa del Sur está ubicada en las inmediaciones de Benavídez y Luna. Durante la mañana el movimiento en las calles de ese vecindario, que casi no tiene veredas y lleva a que todos caminen por la acera, es casi nulo. Recién después de las 12, se empieza a ver cómo algunos niños salen a jugar a la pelota o con sus bicicletas a dar vueltas, pero cerca de sus casas, mientras que algunas mujeres pasan a hacer las compras para el almuerzo. Ese movimiento de personas sólo se ve hasta las 18 en pleno invierno, que es cuando el Sol ya empieza a esconderse, mientras que en el verano, ese tiempo que ellos mismos definen como "de libertad" se extiende un poco más. Esto, porque la noche tarda más en llegar y se sienten más seguros.

Según algunos vecinos, hay poca gente con trabajo formal y casi todos viven gracias a las changas. Hasta ahí, aseguran que pasa lo mismo que en todas las villas. Sin embargo, dicen que se sienten distintos a muchos otros asentamientos, cuando relatan que están habituados a ver en las esquinas cómo los jóvenes consumen droga o se pelean hasta llegar a los tiros, de manera cotidiana.

"Cada dos por tres algunos tiros pegan en los adobes de las casas. En una ocasión hasta me rompieron el vidrio de una ventana", dijo una de las vecinas, que comentó que ella no deja que sus hijos más chicos jueguen ni en la vereda, por miedo. "Siempre que salen buscan a alguna amiga y se vienen para la casa, porque hay días que se ve que el ambiente está pesado y hay que tener mil ojos", agregó.

Para los adultos los tiroteos son algo habitual, pero a la vez los alarma. Sin embargo, para los niños, que hablan sin tener ni una gota de miedo, esos momentos son vividos con naturalidad. Incluso ellos relatan las anécdotas como si fueran el episodio de alguna serie de TV.

"Mi hermana siempre llora cuando empiezan los tiros, pero a mí no me da miedo", "sabemos que tenemos que encerrarnos, pero nunca nos pasa nada", "el día que mataron al muchacho se escuchaban re fuerte las balas y después encontramos los cositos -por los perdigones- en el frente de mi casa", fueron algunas de las frases que los pequeños, de no más de 10 años, contaron a este medio.

Siempre, con el tono de voz que una persona usa para relatar una aventura.

En la villa la gente tiene mucho cuidado con lo que dice, sin embargo casi todos señalan a los mismos vecinos y los definen como "las manzanas podridas" o los "quilomberos". "Ellos -por la familia de Nahuel "Pastelito" Sosa, el principal sospechoso de matar al joven de 26 años el domingo pasado- fueron así toda la vida", dijo otra vecina, mientras que un hombre que vive a pocos metros de la casa de los Sosa, agregó que "culpa de ellos hay que vivir encerrados". "Yo los vi crecer a estos niños y hoy viven así. Nos da mucha cosa, pero para ellos es normal. Su papá está en el Penal y crecieron viendo esta vida", agregó otra vecina, que comentó que cada vez que ella ve que hay grupitos de jóvenes en las esquinas tiene que caminar a toda velocidad o buscar otro lugar por donde pasar porque tiene miedo a ser asaltada. Este testimonio se repitió mucho, sobre todo entre las madres, que dijeron que les piden a sus hijos que cuando salen hasta la Benavídez (que está a no más de 3 cuadras) caminen "ligerito" y sin mirar a nadie.

Los "problemas de bandas", que la gente no sabe si se debe a la venta de drogas o para saber quién es el que se las "aguanta más", son habituales y eso hace que algunos sientan que viven entre fuegos cruzados. "Yo le digo a mi hermana que cuando están los más grandes -chicos desde los 16 años- no deje que los niños jueguen ni en el frente de la casa -detrás de las rejas- porque igual me da miedo. Se ponen a tirotearse y los perdigones quedan hasta adentro de las casas y no sabemos si algún niño termina muerto. Lo que pasó el otro día, era obvio que iba a suceder", agregó una mujer que vive en una villa cercana, pero que cuida a sus sobrinos mientras su hermana trabaja.

Entre los pocos vecinos que hablan con este diario, la palabra miedo es habitual. Algunos aseguran que si "uno no se mete con nadie, no le pasan cosas malas", pero otros admiten que están hartos de vivir así. Es más, hubo un vecino que comentó que puso en venta su casa, luego del crimen del domingo pasado, porque no quiere que su hijo que hoy tiene 5 años, dentro de un tiempo "termine muerto o siendo el asesino".

Momentos de paz. Durante los días posteriores al tiroteo que terminó con un joven muerto, las calles de la Villa del Sur permanecieron tranquilas y los niños aprovecharon para salir a jugar.


 

  • El caso que puso en jaque al vecindario

Un enfrentamiento a tiros entre bandas terminó con Matías "Pochi" Maurín (26) muerto. El crimen de este joven, que tenía antecedentes, enardeció el clima de la villa que según la misma policía es "complicada". Incluso, hubo durante varios días amenazas de nuevos cruces entre las bandas, razón por la cual la Policía custodiaba el lugar.

Según fuentes judiciales, todo ocurrió alrededor de las 20 del domingo pasado y el fallecido presentó al menos una herida de arma de fuego. Además, dijeron que los pesquisas hallaron cerca del cadáver una gran cantidad de proyectiles. El jueves pasado se realizó la primera audiencia por el crimen que tiene como principal sospechoso a Nahuel Sosa y la Justicia resolvió darle 5 meses de prisión preventiva que deberá cumplir en el Servicio Penitenciario, mientras los fiscales tendrán 8 meses para reunir las pruebas. En tanto que ayer detuvieron a una hermana suya.