Si hay algo que sobra en el clásico juego Grand Theft Auto son, justamente, las misiones.. El lector podrá asombrarse por la contradicción respecto al título. Es que en este juego, interpretamos el rol de un ladrón de vehículos y tenemos misiones, autos que debemos robar. No deberíamos robar cualquier vehículo, dado que tenemos que cumplir con los operativos que se nos asignan, como ladrones de vehículos profesionales. Ahora bien, GTA desde sus comienzos, intentó ser un juego "abierto", es decir, un juego que no limita al usuario. No obliga al mismo a "intubarse" en la misión y "perder" si no la cumplimos en un determinado tiempo. Todos soñamos con recorrer Nueva York con un vehículo. Y si encima podemos cambiarlo las veces que queramos, eligiendo, a punta de pistola, el que bien nos parezca de la vasta fuente de elección, la cosa se pone buena. Si a esto le sumamos altas velocidades y un patrullero persiguiéndonos, las pulsaciones aumentan al máximo. Esquivando taxis y civiles, podemos recorrer la ciudad, cuya representación es realmente muy cercana a la realidad. Además de ello, cientos de vehículos circulan por nuestro alrededor, como no puede ser de otra manera en una metrópoli: vehículos deportivos, ambulancias, camionetas, colectivos, taxis y mucho más. Un maravilloso mundo para quien sólo quiere divagar, eligiendo un buen auto, y construyendo su propia historia. Sin necesidad de seguir las misiones. O al menos, hasta que nos aburramos de pasear.
GTA IV: el juego para los librepensadores

