Las microfinanzas son ya parte de revolucionarios supuestos de diversos economistas que afirman que con la aplicación de ellas hasta podría eliminarse la pobreza.
Más allá de que esta utopía sea realidad, los resultados de este esquema se ven de forma impresionante en Kiva.
Un modelo económico en el que cualquier persona puede aportar una pequeña suma de dinero para un microemprendimiento, sería inútil sin un sistema como el de Internet. Esto es porque se necesitan cientos de miles de personas para que en conjunto, estas pequeñas sumas tengan sentido.
Pero si se monta este esquema en la Web, la cosa cambia, y parece que cambia de verdad. En Kiva, cualquier usuario con su tarjeta de crédito o su cuenta de pagos electrónicos de PayPal.com, puede convertirse en un prestamista con tan sólo 25 dólares.
Y cualquier emprendedor excluido del sistema bancario-financiero convencional, puede acceder a créditos y alcanzar cifras inimaginables en préstamos. La devolución se pacta, el interés se ata al plazo de devolución y listo. El emprendedor “sobreviviente”, que quizá está armando su negocio propio por estar desocupado, puede acceder a un préstamo rápido que quizá no hubiera logrado jamás tocando la calle en financieras, por su riesgosa calificación crediticia.
Y la devolución es mucho más flexible. Su costo financiero no se compara con devolver un préstamo tradicional.
Kiva es, en resumidas cuentas, una organización sin fines de lucro que acerca a emprendedores sin acceso al crédito, con usuarios solidaros con ganas de apoyar al emprendedorismo e invertir pequeñas cifras de dinero que puedan redundar en beneficios propios también.
