La billetera electrónica Google Wallet está comenzando a resonar. Pero no es sólo por la sorpresa de tener como chiche un teléfono que sirva para pagar, sino también por la decepción de los poseedores de teléfonos inteligentes cuyos modelos al menos por ahora no son compatibles con el sistema.

Si el usuario tiene cualquier versión de iPhone, Android o cualquier BlackBerry salvo el 9900 con tecnología NFC, deberá olvidarse de este servicio.

Aún cuando el feliz poseedor de una gema como el BlackBerry 9900 NFC tendrá sus limitaciones. Si el comercio no tiene una terminal de pago Nexus S 4G, tampoco funciona el increíble BlackBerry 9900.

Digamos que por ahora los usuarios tienen más posibilidades de pagar con un cheque sin fondos que hacerlo con su celular.

¿Serán medidas de seguridad? En ese caso, sin duda alguna es efectiva: si casi nadie puede pagar con este servicio, la tasa de interés por parte de los delincuentes será cero o muy cercana a cero. Hay que reconocer sin eufemismos que el sistema es muy seguro hoy.

Pero si se considera el ruido que Google Wallet ha despertado en las tarjetas de crédito, en tanto que Visa está desarrollando su propio sistema, dejando a MasterCard con el peso de optar por Google Wallet o arreglar con Visa, el futuro de los pagos pasa por quienes colocan las lectoras en las tiendas y tal vez las tarjetas de crédito no deseen a Google creciendo dentro de su mercado.

Pero si se supone que la agilidad comercial de la gente de Google supera todos estos obstáculos, tarjetas de créditos, operadoras, comercios y fabricantes de terminales, ¿Cómo será el futuro de los teléfonos “siempre en la nube”? Y ni hablar del comportamiento paranoico de sus usuarios: ¿Dejaría prendido el teléfono mientras ve una película en el cine? ¿Cuánto tardaría en recordar que accidentalmente había dejado encendida su conexión Wi-Fi o Bluetooth?

Conociendo la facilidad con la que se puede vulnerar un teléfono hoy en día, más vale apagar el teléfono antes que un hacker haga “taps and pay” a discreción con el fono del usuario.

Para finalizar, cabe comentar que el servicio fue lanzado recién en Nueva York y San Francisco, por lo tanto si vive en una de las 10.000.000 de ciudades que están fuera de estas metropolis, se podrá hablar tranquilo por un tiempo. Cuando el sistema llegue al resto de los países, sin duda comercios y usuarios se avalancharán a utilizarlo y ahí vendrá la nueva preocupación por obtener seguridad contra robos “móviles”.

A pesar de todo, sin duda una billetera electrónica es más segura que una real, siempre por supuesto que se tomen los recaudos necesarios.