Tantas son sus cualidades y propiedades nutritivas que hasta la FAO (el organismo de Naciones Unidas que se ocupa exclusivamente de temas referidos a la alimentación y la agricultura) decidió que todo el 2013 sería el Año Internacional de la Quinoa, a propuesta del gobierno de Bolivia y con el aval de Argentina, Azerbaiyán, Ecuador, Georgia, Honduras, Nicaragua, Paraguay, Perú y Uruguay. Semejante título, que en realidad no es más que una acción de fomento para la difusión de esta semilla considerada un grano integral, es en reconocimiento a los pueblos andinos que han mantenido, controlado, protegido y preservado la quinoa como alimento natural y que como si fuera poco, es clave para erradicar el hambre y la desnutrición por su alto contenido de vitaminas, proteínas, minerales y fibras, entre otros componentes.

Parece ser que el mundo entero -incluido San Juan por supuesto, donde se la consigue en semillas a granel y como harina pero no en otras presentaciones como los granos de quinoa o quinoa inflada- la está descubriendo. Sin embargo, la quinoa tiene su historia. Fueron los habitantes autóctonos del altiplano andino (incas, aztecas y mayas) quienes comenzaron a incorporarla a su menú diario. Con los años se descubrió que es uno de los ‘mejores alimentos de origen vegetal para el consumo humano’ -según un estudio realizado en 1975 por la Academia de Ciencias de Estados Unidos-, tan completo y balanceado que se lo considera equivalente al de la leche materna e inclusive superior nutricionalmente hablando que la carne, los huevos y el pescado. Por lo tanto, quizás no sea de extrañar que por todo eso la Nasa seleccionara de estas semillas para integrar la dieta de los astronautas en los vuelos espaciales de larga duración.

‘Es un súper alimento. No es alergénica por eso hasta los bebés la pueden consumir. Tampoco contiene gluten por lo tanto es ideal para quienes padecen celiaquía. Es de fácil digestión y hay miles de formas de prepararla. Se puede consumir al natural, dulce o salada, también fría o caliente. Se puede combinar con otras harinas, con frutas y verduras. Encima es muy rendidora. El único cuidado que hay que tener es lavarla bien en agua antes de cocinarla para quitarle el amargor’, cuenta la contadora sanjuanina Alicia Rollán quien no concibe una comida diaria sin quinoa. Ella es algo así como una fanática y una gran difusora de esta semilla que tiene un alto contenido de proteínas, carbohidratos, minerales y vitaminas, útiles para la alimentación de personas que realizan grandes esfuerzos físicos, de atletas, de niños y mujeres embarazadas. Se destaca la calidad de sus proteínas, algo que las hace únicas, al integrar una decena de aminoácidos esenciales que el organismo humano no es capaz de sintetizar de por sí como ser la lisina, que juega un papel importante en el desarrollo del cerebro y en el crecimiento y se asocia a la inteligencia y a la memoria, así como la metionina, de extraordinaria importancia para el metabolismo de la insulina.

Tiene calcio y hierro. Es rica en vitaminas (B y E), minerales (hierro, calcio, fósforo) y fibra soluble. Nutricionalmente es fundamental en la alimentación de alguien que padece diabetes, tiene problemas circulatorios, renales, pulmonares, intestinales y tumorales. Se puede cocinar, como cualquier cereal, pero su valor nutricional se multiplica explosivamente con la germinación, proceso que además evita destruir enzimas y vitaminas, aconsejándose consumir en crudo, según Graziella Russo, propietaria del almacén natural Reino de Hunza (ubicado en Brasil 2745 oeste, Barrio Los Alamos, en Rivadavia), donde los 100 gramos de semilla de quinoa se consiguen a $6 y los 100 gramos de harina de quinoa a $14.