Rogelio Fernández comenzó a trabajar en Joyería Tic Tac, cuando tenía apenas 13 años y asegura que no tuvo ningún privilegio por ser hijo de uno de los dos socios de aquel momento (Fernández-Caputo). Por el contrario iba a la escuela por la mañana, a la siesta realizaba los cobros en bicicleta y por la tarde trabajaba en el local. Así comenzó la tarea con la que este mes cumple 60 años en forma ininterrumpida y por la cual acaba de recibir un reconocimiento por parte de la Asociación Dirigentes de Empresas (ADE).

‘Eramos dos cadetes, a uno le tocaba limpiar todo una semana y la otra hacer los mandados. Crecí trabajando con mi padre, y como había sido abanderado de la escuela Fray Justo Santa María de Oro, quería que fuera abogado o médico, pero yo decidí dedicarme al negocio’, explica Rogelio.

La tradicional joyería siempre se caracterizó por ofrecer productos de alta gama en marcas de reconocimiento mundial. Así es que cuenta con toda la línea de relojes Citizen, Seiko, Orient y Cascio; además de juegos de cubiertos Gamuza; porcelana Tsuji, cristalería fina y una nutrida oferta de relojes de pared modernos y de colección, como por ejemplo Seiko japonés y de campana con más de cien años.

La venta de alianzas para novios y joyería de primera línea es otro de los ítems que lo caracteriza, ya que cada compra de anillos de oro, por ejemplo, cuenta con certificación de garantía de 18 kilates.

Los 60 años de trayectoria al frente de un mismo negocio le ha valido una distinción por parte de la Asociación Dirigentes de Empresas (ADE), quien lo ha reconocido por su tarea.

Cabe recordar que Fernández fue también presidente de la entidad desde el año 1987 hasta 1990.

Tic Tac ha sido galardonada durante sus 73 años de existencia con distintos premios a su calidad empresaria, entre los que figuran muchos Mercurio de Oro.

Desde hace algunos meses, Fernández tiene a la venta la llave de este negocio ya que considera que es momento de retirarse. ‘Vendo una verdadera joya, con un stock único y un gran prestigio. Por acá han pasado muchos de los relojeros de San Juan y lo digo con mucho orgullo’, dice el propietario