Héctor Mateo Kalejman llegó casi al siglo de existencia. Médico oftalmólogo y con una trayectoria prolífica en lo público, como que fue presidente de la Bolsa de Comercio de San Juan, del Colegio Médico; miembro fundador de la Sociedad de Asociación para la Rehabilitación del Menor, SARM y también del Instituto de Neuropsiquiatría del Hospital Rawson.

Se casó en primeras nupcias con su novia porteña Lía Rosemblat con quien tuvo cuatro hijos: la primera, Dina Beatriz, fue especial y falleció en un accidente; luego Graciela Ruth, Liliana y Néstor Eduardo, todos casados le brindaron ocho nietos en total.

Su segunda esposa es Afifa (Yola) Mattar (77), egresada del Santa Rosa de Lima y ya con treinta y dos años de casados. Afifa -Yola- se casó muy jovencita en primeras nupcias con Emilio Víctor Ahún, oftalmólogo y tuvieron cuatro hijos: Nacif, Nahum, Emilio Elías y José, todos casados y para más coincidencias, también le brindaron ocho nietos.

Transcurrieron diez años de viudez para cada uno hasta que, finalmente, luego de tenaz persecución por parte de Héctor, Afifa dio el sí y se casaron por el rito católico en Trinidad y no pudieron hacerlo por el judío que fue su intención. Para Afifa, ella vio en él "un gran respeto, profundo cariño y amor por la vida mis hijos y nietos lo adoran". No le gusta viajar, pero lo hacen a menudo a Chile a visitar una hermana de ella. Comparten la lectura y actualmente lo hacen con "La guerra del Pacífico", en cinco tomos, del historiador Jorge Hinostroza. Leen juntos el diario y comentan las noticias. Lo que más le gusta de su esposo hoy es "la gallardía con que lleva sus noventa años". Todas las semanas le trae flores y para él "si no estuviera casado con Afifa, ya estaría muerto. Durante mi viudez fumaba y tomaba whisky y lo dejé cuando me casé con ella. Cuando uno llega a los altos años es alguien que estimula e incita a vivir me siento gratificado por compartir mis últimos años en una compañía contemplativa, cuando uno se hace más pensador y se vive más en la intimidad. La vejez sin remordimientos y acompañado, se transforma en una edad grata, amable, digna de ser vivida".

Su esposa organizó el festejo por su cumpleaños, con una cena íntima de familia y amigos, en la Libanesa.