En diciembre de 1972 la Asamblea General de las Naciones Unidas designó el 5 de junio, como Día Mundial del Medio Ambiente. La fecha elegida fue en recuerdo al día en que inauguró, en Estocolmo, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano, que llevó a la creación del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

El Día Mundial del Medio Ambiente 2014 girará en torno a los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo en apoyo al nombramiento de las Naciones Unidas como Año Internacional de los SIDS (siglas en inglés), relacionando este tema con el cambio climático. En concreto, el eslogan elegido para reflejar este tema ha sido "Alza tu voz, no el nivel del mar".

Este es un día muy especial porque afecta a todas y cada una de las especies que viven en nuestro planeta. Debido a que todas las actividades humanas afectan a la Tierra, y que el estado de la Tierra nos afecta a todos, parece oportuno presentar un proyecto elaborado por la Dirección de arbolado público, cuyo director es el Ingeniero Osvaldo Olmo Gómez. El trabajo pretende impulsar la sensibilización y acción para poner en valor el medio ambiente sanjuanino. De este modo la suma de todas las acciones individuales genera un gran impacto positivo en la provincia desértica.

El objetivo fundamental es darle una cara humana a los temas ambientales, motivar que las personas se conviertan en agentes activos del desarrollo sostenible y equitativo, promover el papel fundamental de las comunidades en el cambio de actitud hacia temas ambientales, y fomentar la cooperación, la cual garantizará que todas las naciones y personas disfruten de un futuro más prospero y seguro.

Los árboles fuera del bosque (diseminados por el paisaje, tierras labrantías, tierras de pastoreo, sabanas y estepas, tierras yermas y zonas urbanas) desempeñan una función vital, contribuyen con la oxigenación, controlan la contaminación, influyen en la temperatura, son el hábitat de muchos animales, reducen la erosión del suelo, purifican el aire, entre otras funciones más.

En las tierras áridas, donde la competencia por el agua es aguda, los árboles solo deberían plantarse en los lugares donde su plantación resulte necesaria y posible, y en el momento en que se precise de ellos. Los suelos áridos y semiáridos cuentan con los ecosistemas frágiles por las sequías periódicas y la creciente sobreexplotación de unos recursos exiguos.

Los bosques, árboles y pastos son elementos constitutivos esenciales de los ecosistemas de zonas áridas, y contribuyen a mantener unas condiciones apropiadas para las actividades agrícolas, los pastizales y los medios de subsistencia humana. Además los árboles potencian las estrategias de mitigación de la pobreza y reducen la inseguridad alimentaria, ya que proporcionan a la población rural pobre bienes (especialmente leña y productos no madereros) y servicios medioambientales y ayudan a la diversificación de las fuentes de ingreso de los hogares.

Aproximadamente el 6 por ciento de la superficie forestal mundial (o alrededor de 230 millones de hectáreas) se encuentra en tierras áridas (FAO, 2002).