Lihue es una institución con 20 años ininterrumpidos asistiendo a personas con adicciones a las drogas. En 1994 adquirió personería jurídica, a pesar de que hacía ya un par de años que trabajaba de manera informal, y así se convirtió en una de las pioneras en la lucha contra ese flagelo en un momento en el que muy poca gente aceptaba que en San Juan había personas con problemas de adicción. Es una comunidad terapéutica coordinada por Raúl Ontiveros, psicólogo, quien junto a un grupo de terapeutas no sólo llevan adelante esta labor sino que además cuentan con un programa de formación de "preventores", porque están convencidos que es más fácil y económico "prevenir que asistir". Actualmente transitan por un momento en el que tienen el más alto número de pacientes de su historia y con más graves consecuencias que las que tenían hace 20 años debido a la impureza de las sustancias. Ontiveros analiza en esta nota la situación provincial y cómo las adicciones han ido creciendo paulatinamente no sólo por la cantidad de drogas que se consumen sino por la peligrosidad que han adquirido en los últimos tiempos.
Sí, no se en qué momento pasaron tantos años porque en ese entonces era como arar en el desierto. Acá la gente decía
que en San Juan no había droga, se asociaba a otros países, y se pensaba que Argentina era solo un país de paso.
Durante dos años funcionamos en el mismo lugar que el Movimiento de Cursillos de Cristiandad, una piecita donde guardaban las sotanas los curas. Era solo un ambulatorio y ya atendíamos seis pibes adolescentes de entre de 16 a 17 años, un número que ya era representativo para la provincia en el tema droga. Los chicos llegaron con sus padres que después de haber asistido a charlas ataron cabos y se dieron cuenta de que les pasaba a sus hijos. Hay que recordar que en esa época no existían ni los dosajes, ahora se puede detectar de inmediato. Después en el año 1996 con el aporte de las familias con hijos en problemas alquilamos una casa y ahí ya asumimos el papel de comunidad terapéutica. Esa fue la bisagra. Fuimos encontrándonos con otras realidades porque cada vez que teníamos un logro nos aparecía otro desafío. En ese momento llegamos a tener un centro de día de cuatro horas, pero vimos la necesidad de sumar tiempo porque los padres de los jóvenes trabajaban todo el día y no estaban con ellos, entonces tuvimos que avanzar a una jornada de 8 horas, luego de 12, hasta que en el 2009 abrimos internación, siempre muy ayudados por UPCN .
Las obras sociales no cubrían, al punto que en aquella época algunas nos discutían que el alcoholismo no era una enfermedad. Recuerdo un médico que me dijo una vez "yo no les voy a autorizar ni una orden para esos borrachos de m…", ahora esa misma obra social cubre hasta adicción al juego. Es decir que como sociedad en algunos aspectos hemos desmejorado pero en otras hemos crecido.
Ahora, en este momento tenemos el pico máximo. Hay 35 personas en tratamiento de los cuales 8 están internados, y sólo dos son chicas. El menor tiene 15 años y el mayor 65.
-¿Cuáles son las principales drogas que afectan a esa comunidad?
Las principales son las legales, como en todo el país. En primer lugar el alcohol, luego el tabaco y los psicofármacos. Nombro las legales porque son el gran problema argentino. El tabaco mata 44 mil personas por año en el país, es increíble el daño que provoca. Tenemos 5 o 6 drogas que los chicos adictos tienen incorporadas: alcohol, tabaco, psicofármacos, y ahí aparecen los solventes volátiles como el pegamento y después la marihuana y la cocaína. Es curioso, pero la familia recién se pone alerta cuando aparece la marihuana, pero el hijo ya lleva tres o cuatro años de borrachera alcohólica. La Organización Mundial de la Salud dice que con una intoxicación semanal ya es alcoholismo. La cuestión es que el chico llega borracho el viernes, el sábado y no pasa nada, sólo se preocupan cuando aparece otra droga, pero también hay que decir que a muchos padres tampoco les llama la atención el consumo de marihuana.
Esto no es casual. Hay una campaña diseñada, hay desinformación premeditada sobre el no daño de la marihuana. Hay que saber que hace daño y mucho. Existe un fenómeno que se llama la vanalización del consumo de marihuana, se dice que es cool, es piola consumir. Pongamos un ejemplo, un chico que viene ya con alcohol, tabaco, luego incorpora marihuana y para estallar la situación general suma la cocaína, el daño es tremendo. La marihuana no sólo es adictiva a nivel psicológico sino que los estudios científicos avalan que daña la salud porque destruye los linfocitos T que son parte del sistema inmunológico, es decir que siempre están con las defensas bajas y siempre están enfermos de algo. Además se aloja en las grasas de 21 a 28 días, es decir que si una persona fuma un porro hoy tendrá marihuana en el cuerpo unas 3 a 4 semanas. Por eso si uno le pregunta a alguien y te dice yo no soy adicto a la marihuana porque fumo uno cada tanto, o una vez al mes, es cuando se le acaba lo que le queda en el organismo y tiene que volver a recargar. Ni hablar si es uno por semana, eso se sigue almacenando. Nadie puede decir que no hace daño o hace menos daño que el tabaco.
En realidad cuando alguien llega a la marihuana, hace tres o cuatro años que ya viene consumiendo sustancias legales o ilegales. Se advierte más al llegar a la cocaína porque comienza el descontrol de dinero, a esa altura abandonó la escuela y su situación social es complicada, entonces ahí se consulta. El problema es que ahora la cocaína aparece en edades más tempranas lo cual hace mucho mas daño. La cocaína que se consume en San Juan tiene como mucho el treinta y pico por ciento de pureza y el resto son sustancias de corte, desde azúcar impalpable a cualquier polvillo blanco que sirva para estirar. Es decir que consume lo dañino de la cocaína más lo de los otros agregados que van derecho al pulmón. Además una cosa es consumir esa sustancia a los 14 años y otra a los 40, la misma droga en un organismo menos desarrollado y maduro provoca un daño mayor. Lo mismo pasa con la marihuana que tiene muchos productos agregados para estirarla. A Lihue los llegan chicos con 16 a 17 años -que es el promedio que tenemos- , con cinco años de consumo, es decir que empezó a consumir a los 12 con un organismo en pleno desarrollo. De ahí también que muchos casos que vemos tienen un componente psiquiátrico mas grave que el que veíamos hace 15 años y eso tiene que ver que todas estas sustancias finalmente hacen desastres en los chicos con altos grados de dependencia. Entonces que me vengan a decir si hace bien.
Tenemos casos en que la familia acompaña, pero no es tan común verlo ahora. Hay mucho fenómeno de padre ausente, de chicos que no vieron trabajar a su padre, y otro fenómeno que es que algunos padres también consumen.
No, hay de todas las condiciones sociales, tenemos desde papás que son empresarios, otros que trabajan en diferentes empresas hasta lo que te imagines porque la droga atravesó todos los estratos sociales.
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Al hijo simplemente. Tenés que compartir con él. ¿cómo te das cuenta que un amigo tuyo está borracho? porque estás con él. Bueno, lo mismo pasa con un hijo. Si el hijo sale, vuelve a cualquier hora, los padres no están y cuando el pibe llega los padres se fueron, no hay momento de cruce, de contacto. La droga provoca cambios de conductas tremendamente notorias, nadie puede no darse cuenta de eso si está con su hijo.
Tenemos un programa de reinserción social y otro programa de prevención de recaídas, lo cual es muy complejo. Casi siempre trabajamos con chicos que la familia ya no puede contener, y en esos casos se internan. Primero pasan por un tratamiento especial y si todo anda bien debemos reintegrarlo a la sociedad de manera gradual y paulatina. Esto se puede hacer a través de cursos, de una actividad laboral, deportiva, pero no debemos perder de vista que son personas que no saben divertirse, nunca pudieron hacerlo sin consumir alcohol u otra sustancia. Para ellos no hay alegría, ni sexo, sin droga, por eso también el alto consumo de viagra en adolescentes porque estas drogas les produce disfunción eréctil. Deben aprender a estudiar, a vivir, si bien nosotros tenemos algunos internados y otros ambulatorios porque ya salieron de internación o porque pueden hacer el tratamiento de ese modo hacemos actividades sociales como ir al shopping, tomar bebidas sin alcohol, ir al cine, salir, es volver a pasarla bien sin consumir. No creemos en los tratamientos en los que prevalece el encierro.
Sí puede haber recuperación, lo que siempre está en discusión hasta que punto hay una cura porque la tendencia y las ganas a consumir no van a desaparecer. Siempre pongo un ejemplo, yo soy asmático y nunca dejaré de serlo, pero hace 20 años que no me da un ahogo porque me cuido de no estar con gente que fuma, si hay zonda no salgo de casa, por lo tanto una persona que tiene problemas con las drogas, no digamos adicción, durante un tiempo las ganas van a aparecer, pero lo que se puede hacer es reordenar la vida, darle un sentido, sanar los vínculos, en definitiva dejar de consumir tiene que ver con cambiar el estilo de vida.
Eventualmente el Ministerio de Desarrollo Humano nos ayuda para realizar cursos o congresos, pero nada mas. El tratamiento de adicciones es cubierto por las obras sociales, porque son tratamientos caros sobre todo para la persona que esta internada. Acá la atención es hiper personalizada, hay nutricionistas, psiquiatra, médicos, docentes, profesores de educación física, somos 9 terapeutas. Además hacemos mucha actividad externa, salida a hacer deporte, al cine, no estamos de acuerdo con los tratamientos a puertas cerradas porque consideramos que no fortalece la reinserción social.
El sentido común diría que el mayor esfuerzo presupuestario, de recursos humanos debería estar en la prevención, y en el ultimo tiempo en el país se ha hecho mucho en materia de prevención pero la pirámide está invertida. Hay más asistencia que prevención, si esto uno lo ve como proyecto de país no está bueno, más si tenemos una edad de inicio promedio de 12 años, aunque acá tenemos chicos que comienzan a las 9. Hacen falta programas de prevención porque las charlas no sirven para nada y hasta pueden ser nocivas, debe haber una propuesta integradora y sostenida en el tiempo que tenga que ver con la salud, con la integración, que se hable entre otras cosas de droga, con el desarrollo personal, esa actividad debe comenzar con los chicos y mucho trabajo con los padres.
No me arriesgaría, pero tomemos indicadores. Cuan fácil le resulta encontrar droga a un chico de 15 años en la calle respecto de otros años: No le cuesta nada, es muy fácil porque todos saben donde encontrarla. Otro indicador es que la droga aparece antes en la vida de los chicos y eso también habla de lo fácil que es conseguiría. Un tercer aspecto es que la cocaína se acerca cada vez más a la marihuana como droga de inicio lo que también señala que esta ingresando más a la provincia y al país.
Porque no se quiere hacer nada. Argentina hace rato que es un país de consumo y nunca dejó de ser también un país de paso porque no se hacen los controles necesarios. Por citar un ejemplo por la Ruta 34 en Orán podés salir y entrar del país sin problema, sin que nadie te pida nada. Un camino más que apto para quien quiere cruzar droga, sin contar que desde allí sale directo a puerto de Rosario que es netamente exportador.

