Botellitas. Por estos días esos son los objetos más resguardados en la Parroquia San Francisco de Asís. De plástico o de vidrio, el material es lo que menos importa. Cerradas con sus tapitas originales o con un corcho. Todo vale.

Simples botellitas son el objeto que les permitirá el próximo domingo 31, domingo de Pascuas, cumplir con un objetivo que trasciende la solidaridad y que habla de uno de los tantísimos gestos franciscanos que tratan de poner en práctica a diario. En esas botellitas llevarán agua bendita a aquellos hogares ubicados en la zona circunscripta por las avenidas Alem, Benavídez, Circunvalación y calle Salta. Llegarán con este humilde símbolo de bendición para conmemorar la resurrección de Jesús y el deseo de unas Felices Pascuas.

Los recolectores de este simple elemento son los 25 integrantes del grupo "Construyendo caminos”, algunos de ellos participantes del retiro espiritual "Pascua joven” (ver página 2). Son el grupo que lleva adelante desde hace años una tarea con compromiso social que no se limita a entregar comida o ropa. No, ese no es su objetivo. Sino que ellos quieren estar cerca de los más pobres y darles un incentivo y herramientas para que encuentren oportunidades en la vida.

Todo comenzó a mediados de la década del ’70. En ese entonces, un grupo de misioneros con el asesoramiento de fray Paco Palacín y el señor Oscar Cevallos a la cabeza, comenzaron a misionar en las entonces Villa La Capilla y Villa San Francisco, entre otros asentamientos que en su momento se hicieron conocidos porque cortaban las calles en reclamo de una vida más digna. Ellos más un grupo de matrimonios y jóvenes comenzaron, sin mayor difusión, a frecuentar el lugar "llevando la palabra de Dios” para propiciar bautismos, comuniones, casamientos según la ley divina. De a poco fueron conociendo a la gente y encariñándose con sus rutinas, pero también haciéndose cargo de sus problemas y necesidades.

Con los años y sin conocer demasiado esta enorme obra, un grupo de jóvenes y de profesionales -de distintas carreras- también de la parroquia San Francisco, inició coincidentemente una misión en el mismo lugar. Tenía lugar cada sábado (casi sin excepciones) y la intención era y es aún hoy "ayudarlos, acompañarlos, pero a la vez ayudarse y acompañarse a sí mismos”. Una bendición y un sacrificio -explican que no es un esfuerzo ir, todo lo contrario, entendiendo el sacrificio desde lo sagrado que es hacer algo por alguien- tanto para quien da como para quien recibe.

"Nos convertimos en familia rápidamente porque lo que hicimos fue expresar nuestro seguimiento a Jesús, saliendo en la búsqueda del pobre, tal como nos indican las enseñanzas franciscanas. Esto demuestra que hay un vínculo y un compromiso que va a perdurar en el tiempo y que es lo que nos une”, cuenta fray Walter Cena en nombre de Vanina Ponce, Sergio Salinas De Vita, Ana Laura Domínguez, Magdalena González, María Corina Aranda y Ramiro Cabrera, tan solo algunos de los integrantes del grupo que poco a poco se fue agrandando y abriendo las puertas a gente de distintas edades. Entre ellos hay ingenieros, docentes, odontólogos, estudiantes, y básicamente voluntarios.

Hace poco más de un año, el grupo en cuestión se formalizó con un nombre y dividió sus acciones: con los niños de las 300 familias del lugar -algunos de ellos los habitantes de siempre, pero la mayoría, los nuevos pobladores de las villas erradicadas- trabajan cada semana en apoyo escolar (de la primaria a la universidad) pero también aplican lo aprendido en la escuela para divertirse jugando con historietas, recetas de cocina y hasta competencias de lectura. También hay un lugar para lo lúdico, entonces juegan al fútbol o a otro deporte para transmitir valores, enseñar sobre trabajo en equipo y reglas. Además de un rato para hablar de prevención de la salud.

"Nuestra idea es compartir y demostrarles que se puede ser feliz y tener fe. No somos gobernantes, no podemos prometerles grandes cambios, pero si ayudarlos a encontrar otro camino. Empezamos nuestra tarea con los chicos pero la idea es llegar a toda la familia”, dicen estos misioneros con una sonrisa difícil de disimular.