En tiempos de mundial de fútbol nos nombran este país a los argentinos, y mayoritariamente temblamos. Es que los brasileños tienen 5 campeonatos del mundo y nosotros sólo dos, y las estadísticas son las que mejor reflejan la realidad, aunque no nos guste.
Ya la semana pasada hablábamos de la intención de Brasil de negociar con China por el tema de la soja, ante las dudas y desavenencias comerciales y burocráticas de Argentina, que lamentablemente maneja estos temas a un ritmo de política y comercio internacional muy lento y hasta obsoleto.
Es un espejo a imitar aquel gran país, líder de Sudamérica, por muchos motivos y veamos el caso del agro. En su diversidad gigante de geografías, climas y razas, en su totalidad es el primer exportador mundial de soja (integrando la cadena mixta de poroto alimento, aceite y harina de soja); también es el primer exportador mundial de carne bovina (habiendo mejorado las razas asiáticas Brahma en gran medida); lo es en carne de pollo, que exporta a más de 21 países; líder en tabaco, azúcar y en el tan buscado etanol, además de comercializar sus vastas experiencias en investigaciones técnicas en la obtención de este último para uso como combustible, ya que lleva más de 20 años de estudios.
Cuarto exportador mundial de maíz, también cuarto en carne de cerdo y …por ahí hasta es cansador ver tantos números que confirman su seriedad comercial y su grandes volúmenes de producción vegetal y agroindustrial.
Es una política agraria simple, programada y cumplida en el tiempo, la que en los sectores de la economía brasileros está dando buenos resultados. Ellos apoyan el campo, mientras aquí no sólo no lo reconocemos como el gran motor de la economía nacional, sino que lo estamos aniquilando con medidas del gobierno en su contra.