Cuando Miguel Genovart adquirió la primer moto nunca imaginó que el vehículo le abriría una puerta hacia un mundo de pasión, amistad, kilómetros recorridos e inclusive premios. Tan es así que una de sus Vespa, que como el resto que tiene, compró destruída y él mismo se ocupó de arreglar, le ha valido el mote de ser una de la más antiguas y mejor restauradas de toda Latinoamérica. Su modelo Vespa Faro Basso de 1954 así fue catalogada en el 15¦ Encuentro Nacional e Internacional de Vespa Clubes que acaba de realizarse en Mar del Plata y por eso este sanjuanino se llevó el máximo premio.
Genovart cuenta que compró la moto encariñado con su historia. Aunque había pasado por otros propietarios, aún tenía como carta de presentación un documento vital: la libreta de radicación original que indicaba que por primera vez "había rodado por Italia”. Simplemente eso era un tesoro para alguien tan fanático de este ícono en dos ruedas como Genovart. Ni qué decir cuando se enteró que con el primer dueño no sólo compartían la pasión por las motos sino además el nombre. Ambos son Miguel (aunque el europeo era conocido como Michelangelo, según le dijeron). Y eso fue un signo, una premonición del destino, un augurio para él.
"Cuando el dueño falleció, su esposa se vino a San Juan y trajo, entre otras cosas, esta moto. Pasó por dos personas que la desmantelaron pese a conocer la historia. Por uno de ellos, yo llegué a esta Vespa 1954 color crema pastel que no cambio ni vendo por nada del mundo. Es mi pasión y mi devoción”, rememora acerca de la moto que le costó tan solo $400, un precio lógico para las condiciones en que estaba el vehículo. Por ese entonces, tenía solo el chasis y el motor. Algo así como el alma, pero el resto no existía. Desde ese momento comenzó a restaurarla hasta hoy, hecho que valió el reconocimiento de sus pares en el último encuentro dónde participaron cientos de fanáticos y coleccionistas de Colombia, Uruguay, Paraguay, Brasil, Chile y muchísimas provincias argentinas. Allí se premia a los conductores más viejos y más jóvenes, a las que transitaron mayores distancias y a las que llegaron últimas, respetando el estilo con que fue concebida la Vespa. También a las mejores restauradas, como la del sanjuanino.
De antemano, Genovart sabía que la moto en cuestión le daría mucho trabajo. "Algunos repuestos se consiguen, otros no o cotizan a precio dólar, lo que lo hace imposible de obtener. Por eso muchas de las piezas las fabrico yo mismo. Por ejemplo, el faro que caracteriza a las Vespa 1954 tenía un precio irrisorio. Estuve 2 años hasta lograr uno cómo quería: en base a uno original, hice un molde en yeso, después pude construirlo en fibra de vidrio y por último obtuve la fundición en aluminio. Quedó perfecto. Lo mismo hice con el asiento que lo hice a mano en mi taller”, explica Miguel, que de lunes a lunes se dedica a su panadería y en sus ratos libres, se da todos sus gustos reparando, reconstruyendo y armando motos Vespa, exclusivamente.
Actualmente tiene 9 unidades: 4 de ellas listas para salir a pasear y ganar premios, el resto en lista de espera. Van desde su mítica moto de 1954 hasta una 1998. Tan solo una, la de 1960, tendrá como destino a su hijita, quien le ha pedido que se la pinte color rosa.
"Soy un fanático de las Vespa. A mi papá siempre le gustó la mecánica y yo siempre estuve metido desde chiquito entre sus cosas, ayudándolo. La primer moto que me compré fue para restaurarla juntos, pero se enfermó y no pudimos hacerlo. Igual lo hago en su nombre ya que nunca compré una moto entera”, dice este fanático que presta su taller para las reuniones del Vespa Club San Juan y que tiene a toda su familia maravillada con su hobby, el que le ha dado, a esta altura de la vida más de una satisfacción.
El logro de Miguel no es sólo su mérito. Sino que es un orgullo para sus pares del Vespa Club San Juan, que comenzó a tener vida en 1996. Desde entonces hasta ahora ha cosechado más de una veintena de socios activos -algunos de ellos tienen más de una moto-. Se consideran una "comunidad de amigos” porque no sólo se dedican a admirar, estudiar, arreglar, conocer, investigar, restaurar motos para que sean lo más similares a las originales sino que además dan charlas y llevan y traen sus vehículos allí donde se los pidan. Las han prestado, según cuentan Claudio García y Raúl Meglioli -dos de los integrantes de este grupo- para hacer vidrieras, para publicidades e inclusive para filmar video clip musicales con proyección nacional, como uno del grupo Miranda. Inclusive cuando a las reuniones van curiosos o personas que jamás las manejaron les facilitan una para que "prueben y se enamoren. Es algo inexplicable lo que se siente”, coinciden estos fanáticos.
Los integrantes hacen salidas programadas en sus motos y tienen "religiosamente” una cena una vez por mes. Los interesados en conocer algo más de esta mítica moto pueden contactarlos a través de Facebook (Vespa Club San Juan) o llamando a los teléfonos 155-015378 y 154-401714.