La importancia del juego para el desarrollo saludable y el aprendizaje de los niños está sobradamente documentada y queda fuera de todo cuestionamiento. Décadas de estudios han mostrado que el juego es fundamental para el desarrollo físico, intelectual y socio-emocional en todas las edades. Sobre todo, la forma más pura de juego: el juego no estructurado, automotivado, imaginativo, independiente, cuando los niños inician sus propios juegos e incluso inventan sus propias normas para el juego. Una de esas formas es ayudarlos a tener aprecio por la naturaleza, primero todo entra por los ojos, por eso los colores estimulan y a su vez ayudan con el tema alimenticio. Ser ecológico y saludable está de moda, pero a pesar de esto está comprobado que aquellos niños que mantienen contacto con la tierra, las plantas, el agua y los bichitos son los más sanos. La naturaleza les brinda muchas cosas apropiadas para su crecimiento, siempre con la supervisión de un adulto, por ejemplo el comparativo de crecimiento entre la vida humana y el reino vegetal. Por ello la huerta es el ejemplo para que aprendan sobre la vida. Sólo hace falta ganas, voluntad, ilusión y algo de organización. Es una actividad muy indicada para compartir con los pequeños de la casa y contribuir con el medio ambiente. Ahora, a enseñar a remover la tierra, observar y cuidar de las plantas, y así adquirir hortalizas y vegetales para toda la familia.
Construir talentos
No hace falta ser ingeniero agrónomo o un experto, es tener un gran incentivo para que los más chicos de casa aprendan a valorar la naturaleza y el medio ambiente. ¿Qué mejor que armar una huertita?

