En la actualidad, en nuestra provincia se plantea una situación severa de crisis hídrica asociada a crecientes factores como el aumento de la demanda de agua por el crecimiento de la población urbana, la mayor preocupación medioambiental, la contaminación de las aguas, las incertidumbres impuestas por el cambio climático sobre la disponibilidad futura de los recursos, y la consideración de aspectos como equidad o desarrollo sostenible, que complejizan sustancialmente la política del agua y obligan una gestión integral de los recursos hídricos, convirtiéndose en uno de los temas más críticos del siglo XXI.


En San Juan, en el agua de riego, coexiste un esquema de reparto basado en la acción colectiva y comunal a través del "canon de riego" sin que exista una señal clara de costo ni de tarifas. Esta situación implica la existencia de una relación biunívoca entre lo público y lo privado en la gestión del agua, provocando que sólo en esos ámbitos se pretendan dirimir las cuestiones fundamentales de la distribución del agua, tanto en situaciones de normalidad como de escasez, habiendo dejado a los instrumentos económicos un papel más marginal.


Para una provincia semidesértica como la nuestra, el agua es un recurso escaso y a la vez muy valioso, por lo que la Economía, en cuanto ciencia que estudia la gestión y asignación eficiente de recursos escasos, debe ser incorporada al estudio de decisiones racionales en su uso en el marco de una gestión integral. Asimismo, los avances tecnológicos necesarios para disponer de más oferta de agua implican inversiones crecientes, por lo tanto se necesitan incentivos públicos y privados para lograr una administración eficiente, lo que implica que la voluntad de pago por parte de los usuarios del verdadero valor, la asignación impositiva y las inversiones privadas resultan elementos fundamentales de la administración del recurso.


No hace falta que el mercado financiero le ponga el precio a los recursos naturales. Es más, cuando se deja a estos librados a la suerte del aprovechamiento y explotación por parte del mercado, se generan condiciones de agotamiento por sobreexplotación y nadie se hace cargo de incluir en la ecuación económica financiera del mercado, el verdadero costo de los recursos naturales utilizados, ni de los pasivos ambientales generados, trasladándole a las generaciones futuras los mayores costos y el peso de los pasivos. En nuestra provincia el mal uso del agua de riego ha provocado en muchas oportunidades procesos de salinización de los suelos asociados a reducción de rendimientos en los cultivos, disminuyendo su rentabilidad.

Ing. Luis F. Jiménez 



COLAPSO

Cuando se manejan estos recursos en forma privada, se conduce al colapso del recurso común. Por lo tanto fomentar el desarrollo de mercados de los recursos naturales sin controlar su explotación racional, lleva indefectiblemente a su sobreexplotación.


Los bienes públicos deben tener la característica de no-rivalidad, lo cual significa que el bien no disminuye por el hecho de que lo consuma un mayor número de personas, ya que resulta necesaria mayor equidad en la distribución de lo disponible, y se incentivan inversiones en nuevas tecnologías para incrementar la oferta. Esto último, en San Juan, aparecería en el caso de unificar en un solo sistema el agua superficial y el agua subterránea. En contraposición, en el esquema de mercados de agua, se antepone el interés particular frente al general, por lo que predominarán las situaciones de desigualdad social a consecuencia de especulación y beneficios económicos privados.


El propósito de los esquemas de tarifas reales del agua es asegurar que deben funcionar como "Dominio de acceso compartido a un recurso natural escaso". De manera que los valores económicos del agua deben considerarse como parte de un régimen en el cual los agricultores y usuarios en general sean inducidos a contribuir a un bien que los beneficia a todos ellos. Por lo tanto, el incremento de rendimientos de los cultivos, la tecnología de riego utilizada, y la selección de cultivos, variedades y mercados de mayor rentabilidad, mejoran la productividad general y la disposición de los regantes a usar mejor el agua. 



RIESGO

Finalmente, para que exista un mercado de valores comercializables tiene que existir un propietario, un productor, un vendedor y un comprador usuario. Entonces la pregunta es, en el mercado de aguas: ¿quién es el propietario, quién el productor, quién el vendedor y quién el usuario comprador? Obviamente que el propietario de un recurso natural como el agua resultante de un ciclo hidrológico natural, es la humanidad en su conjunto, no un determinado grupo económico que se apropie de él. Pero a su vez, hay que considerar que la humanidad (los usuarios) debe estar dispuesta a pagar por ese recurso los verdaderos costos de su explotación, ya que si esto no ocurre, la presión del mercado avanzará sobre su administración en virtud de la escasez creciente y el crecimiento de demanda por crecimiento de la población.


Por lo que en nuestra opinión, incorporar el uso de los mercados de agua y de los demás recursos vitales para la humanidad sólo contribuirá a incrementar las diferencias sociales y los desequilibrios ambientales.