Desde que los Talleres de Arte se instalaron, primero en el Complejo Amadeo Conte Grand y luego en el Museo de Bellas Artes Franklin Rawson con espacios especialmente diseñados para ese fin, han pasado cientos de niños por cada uno de ellos. Algunos enviados por sus papás porque creían que daban con ese perfil mientras que otros pedían a gritos ir a un lugar para aprender a dibujar o pintar. Cualquiera haya sido el camino, los chicos llegaron, y muchos permanecen desde hace tiempo porque a muy temprana edad descubrieron que el arte es parte esencial de su vida.

Uno de ellos, Marcio Meglioli (14), tuvo asistencia perfecta durante todos estos años (incluidos los talleres de verano), al punto que también eligió hacer su secundaria en el Polivalente de Arte. "Hace muchos años que vengo, incluso al Vacacionarte porque siempre me gustó. Cuando era chico no me gustaban las colonias a las que iban los otros niños, ni hacer demasiado deporte, prefería dibujar, pintar y hacer otras actividades artísticas. Ahora con la escuela me cuesta mucho por los horarios, pero acá he aprendido mucho a desarrollar la creatividad", dice Marcio, quien piensa continuar estudiando Artes Visuales o Diseño Gráfico, el tiempo lo dirá.

En los talleres ha tenido la oportunidad de aprender distintas técnicas para mejorar lo que más le gusta hacer que es el dibujo de retratos en carbonilla. "También estoy haciendo ahora el taller de fotografía, que es algo que me gusta mucho hacer y quiero desarrollar", agrega.

Nicolás Díaz Moncho (9) ha transitado por Jelú, por Papel, Piedra y Tijera, hasta que llegó al taller de plástica del Franklin Rawson, pero siempre buscando caminos vinculados a lo artístico. Indudablemente es un niño ansioso de estos placeres porque para el Día de Reyes pidió un órgano que ya comenzó a ejecutar con la ayuda de un profesor particular. "Desde pequeño me gustan los lápices pero no sabía dibujar muy bien hasta que una prima que le enseña a chicos discapacitados me dijo como podía lograrlo. Me enseñó a hacer líneas, a usar los colores y luego comencé con los talleres. Yo le pedí a mi mamá que me mandará porque me aburría haciendo otras cosas y como ella también pinta me mando", cuenta Nico, quien va a 4to grado de la Escuela Normal Sarmiento.

"Cuando sea grande quiero ser pintor, eso ya lo tengo decidido. Me gusta ir a todas las exposiciones que puedo y aprender todo sobre dibujo y pintura. Me encanta hacer retratos, pero también tengo gran preferencia por el surrealismo", indica. Al momento de hablar de sus artistas favoritos no duda en reconocer que quien más lo ha impactado hasta el momento es Tadeo Muleiro, el joven artista argentino.

Algunos de los chicos descubren en este trayecto de aprendizaje sus preferencias artísticas, pero hay otros que parecen llevarlo en los genes. Tal es el caso de los nietos del artista plástico Polo Suárez Jofré: Robustiano (10), hijo de Conrado (abogado); y Mateo (11) y Juana Montilla (8), hijos de Guadalupe Suárez Jofré (actriz). Los tres comparten el gusto por el dibujo al punto de realizar obras compartidas.

"Desde chico dibujo y un día mi mamá me llevó al taller y me gustó mucho. Ahora recién me está gustando más el deporte", dice Robustiano quien cursa el cuarto grado de la Escuela Modelo. Su primo Mateo relata que "hace varios años que vengo al taller, me gusta mucho dibujar". Las profes cuentan que se destacan por sus obras, más aún aquellas que hacen de manera compartida y con dibujos nada convencionales.

Juana (8), quien también va a la Modelo a segundo grado, le encantan los paisajes, pero además baila danzas españolas. Una artista completa que disfruta lo que hace. "A veces pintamos cuando nos juntamos en familia, pero preferimos más hacer cosas al aire libre", dice Robustiano.

Así decenas de chicos han pasado y seguirán pasando por estos talleres de creatividad que llevan adelante las autoridades del Museo con el gran objetivo de promover a los jóvenes artistas a desarrollar sus talentos y potencialidades.