Casi todos los padres saben que los chicos necesitan límites, que un "no" a tiempo es lo que luego les permite no sólo apartarse de los peligros que ponen en juego la vida sino también brindar respeto a sus pares y crecer socialmente sanos. Poner límites es protegerlos de riesgos actuales como las adicciones o los comportamientos adictivos, por citar un par de ejemplos. Claro que una cosa es saber y otra cosa es ponerlo en práctica, al punto que actualmente hay muchos niños y más adolescentes que desconocen hasta donde pueden llegar. Precisamente con el objetivo de llevar a la práctica esto que se sabe pero poco se aplica, es que desde la Asociación Gestáltica de San Juan (Agesa), se ha organizado para el próximo 10 de mayo un Taller Vivencial para padres denominado "Límites Sanos, un modo de optimizar el desarrollo de mi hijo", a cargo de la licenciada en Psicología, Yasmín Salvador. La profesional dialogó sobre este tema que interesa a padres con hijos de cualquier edad, y sobre todo de menores de cinco años.

– ¿Cómo surgió la iniciativa de este taller?

-Trabajo con niños a diario y veo la problemática actual. Las escuelas derivan a muchos chicos al psicólogo por su comportamiento desbordado, otros tienen problemas de aprendizaje y en muchos casos la base de estos problemas es la falta de límites. No sólo desde el punto de vista del cumplimiento de las normas sino desde lo estructural, es decir aquello que le permite al niño armar su cabecita desde lo más amplio, desde como interpretar el mundo. Así fue que presenté la propuesta en Agesa ya que esta asociación realiza talleres en forma permanente.

Acá los papás no se encontrarán con un listado de tips sobre qué hacer, sino que se trabajará desde lo vivencial, es decir cómo ha transitado cada uno este tipo de situaciones, esto está vinculado a lo corporal, a lo cognitivo, a todo. Desde la Gestalt, trabajamos lo vivencial porque es ahí donde no sólo tomamos conciencia intelectual de las cosas sino desde el "darse cuenta", que es el conocimiento completo de algo y desde donde asentamos el cambio. En general los padres saben que hay que poner límites, entonces la pregunta es por qué no lo hacen.

-¿Cuál es la respuesta entonces?

-Los papás tratan de poner límites pero no saben cómo, o lo hacen como pueden. Un papá pone límites en función de como lo entiende en sí mismo y la vivencia que él tuvo en ese sentido. A eso apunta el taller a ver que significan ciertos límites de acuerdo a la vivencia de cada papá. Si yo creo que el límite es sólo una norma de lo prohibitivo, o de lo que se puede hacer, cada vez que pongo un límite lo tomo como un castigo y empieza a jugar en contra lo emocional. Así muchos papás no le dicen "no", sino que le piden un favor con voz dulce y cariñosa, y la realidad indica que uno elige hacer un favor o no, no es lo mismo que un límite inamovible que no se puede transgredir y si lo transgredo tengo una consecuencia. El tema es cómo el padre enfrenta estas situaciones según el mismo lo vivió, dándose cuenta que siente cuando pone un límite y que está transmitiendo, si lo está castigando, si le está permitiendo el crecimiento o prohibiendo. El foco del taller es que cada papá se dé cuenta de qué significa eso para cada uno. La invitación es para mamá y papá por eso se hace el sábado por la tarde y lo ideal sería que vaya la pareja, pero hay muchos que están solos y también pueden trabajar perfectamente.

-¿Es sólo para papás de pequeños en pleno crecimiento?

-Es para todos porque aún cuando los papás son viejitos muchas veces deben poner límites a sus hijos para que no se abusen de determinadas circunstancias. Los límites se ponen desde que el niño nace, cuando decido cada cuanto le doy el pecho, a qué hora debe dormir, todo es límite, incluso hasta cuando son grandes.

-¿En qué favorece a un chico tener límites?

-Prepara al niño para la vida adulta. Tanto es así que actualmente tenemos muchos problemas de gente grande que vive transgrediendo las normas. La falta de límites afecta a todo lo vincular, es el indicador de qué es mío y qué es del otro, si no puedo tener esa noción básica transgredo las normas y eso puede afectar en los vínculos de amistad, en lo laboral, en cualquier ámbito en el que haya un vínculo social. Permite tener noción sobre la autoridad, conocer el ámbito emocional del otro; es el que estructura a la persona desde niño, lo contiene. El límite es necesario para crecer, es una forma de lograr que una persona crezca sana.

-¿Algunos padres se dejan manipular por los pequeños?

-Sí, totalmente, Muchas veces vemos chicos muy desbordados porque sus padres no ponen límites al creer que es un castigo. Hay que entender que es una necesidad desde el amor que uno le tiene a un hijo. Muchos niños usan la manipulación, pueden llegar a decir cosas tales como "vos no me dejas hacer tal cosa porque no me querés", y es justamente porque querés a tu hijo que le ponés un límite, sino estás forjando un adulto disocial, que transgrede, que no se puede adaptar al mundo.

-¿La falta de límites puede generar patologías?

-Sí, patologías conductuales, claro que hay muchas que tienen un núcleo, una base, no sólo la falta de límites, pero también genera e influye en las conductas. Un chico que no sabe de límites no puede considerar lo que es una ley en la sociedad y eso tiene sus graves consecuencias.

-¿El exceso de horas en el trabajo y la multiplicidad de actividades de los padres influyen en la falta de contención de los chicos?

-Sí, la falta de conocimiento está vinculada a los nuevos estilos de vida. Los papás llegan a su casa, están con la cabeza en otro lado y no pueden resolver ciertas situaciones. Hay muchos papás, lógicamente que no todos, depositan a sus hijos en la escuela y no se preocupan por nada más. La falta de tiempo no les permite ver las necesidades del niño y el límite también surge de saber que necesita un chico y que es sano para él. Un padre bueno no siempre es un buen padre, esto se produce porque los papás no quieren ver llorar ni sufrir a su hijo pero hay que aprender a contener al niño desde lo emocional sin cambiar el límite. Por ejemplo, si un pequeño de tres años que está en una etapa de egocentrismo lógica de la edad, manipula a sus papás con sus berrinches y hacen todo para que no sufra, no podrá atravesar esa etapa, algo que es necesario para madurar. Si trasladamos ese mismo chico a 10 o 15 años más, nos imaginamos un adolescente en una escuela donde las normas las quiere poner él, es un chico con amonestaciones todo el tiempo y que no responde a la autoridad.

-¿Esto sólo se resuelve en la niñez?

-Se puede tratar de resolver en cualquier etapa, pero tiene otras dificultades ya que el niño llega a ser un adolescente rotulado, esto encierra a una persona y es más complejo cambiar las cosas. Los primeros cinco años del niño son la base de su crecimiento, es donde se estructura y si bien siempre podemos cambiar hasta siendo viejitos, es fundamental trabajar en esta etapa. Debemos entender que poner límites sanos es dar salud a un hijo, que estamos facilitando su tránsito por la vida para que sea más feliz, más apto.

-¿La falta de límites se profundiza en los hijos únicos?

-Es algo que influye, pero tenemos que ver cada caso, qué significa para ese papá poner límites. Hay algunos que han vivenciado el límite desde un lugar más sano y otros que no han podido. Como adultos debemos saber que eso enseña a tolerar las frustraciones, de lo contrario cuando el chico crece le cuesta mucho, o no puede sostener determinadas situaciones.

-¿Hay límites sanos y otros no tanto?

-Por supuesto, debemos aprender a distinguir unos de otros porque hay gente que no aprendió a hablar porque de chico lo callaron, o por el contrario para callar el llanto o para que no moleste le dan comida sin límites. El tema es saber cómo y cuando hacerlo teniendo en cuenta que el límite atraviesa al ser humano desde que nace, entender que es mucho más que una norma. Todos sabemos que si un chico quiere meter el dedo en el enchufe le debemos decir un rotundo no, y no es canjeable ni negociable porque de eso depende su vida. Cuando es no, es no, y luego se podrá explicar por qué razón, pero no siempre los padres actúan así en otros casos. No se hace ni gritando ni haciendo escándalos, sino desde un lugar firme que el chico pueda ver a sus padres como una autoridad.