Ser un Iroman 70.3 con todas las letras parece ser mérito de pocos. Por algo, así se les llama a los triatlones más prestigiosos y exigentes del mundo que combinan el desafío de la competencia en alto rendimiento en nado, ciclismo y pedestrismo. Hay una sanjuanina, María Alejandra Vazquez, que casi lo logró en la última carrera en la que participó hace apenas unos días. En Brasilia y en medio de un mundo de deportistas, recorrió nadando en tan sólo 37 minutos los 1.900 metros del Lago Paranoá, insumió 2 horas 47 minutos para desandar en bicicleta unos rigurosos 90 kilómetros y tardó 2 horas más con 7 minutos para trotar los 21 kilómetros exigidos. Para ella, haber tardado en total 5 horas 39 minutos, fue una gran hazaña que la ubicó en el 4° puesto de esta famosa carrera de larga distancia. Motivo sufiente para estar feliz y proyectar nuevos desafíos deportivos.
Esta no es la primera vez que ésta mamá de 3 varones de entre 14 y 8 años, miembro de una comunidad de oración, docente y profesional se mide en semejante carrera: desde el 2006 es por lo menos su tercer competencia bajo la licencia Ironman 70.3, tiene otras tantas carreras en su haber fuera de la marca pero con las mismas exigencias (conocidas como Half Triatlón) y como si fuera poco, llegó a la meta en un triatlón completo en el 2011.
"Son experiencias inolvidables que he aprendido a disfrutar pese al esfuerzo y la rigurosidad que implican”, define a las competencias la mujer que todos los días, de lunes a sábado, cumple con un riguroso entrenamiento estipulado por el triatlonista olímpico Gonzalo Telechea. Un par de horas al día son las que destina a este objetivo que la ha posicionado en el medallero nacional e inclusive internacional.
Paso a paso
Alejandra o "Chuni”, como más se la conoce en la provincia, siempre fue fanática de los deportes. No era de extrañar que desde pequeña fuese buena jugadora de tenis, atleta, nadadora e inclusive "crack del metegol” en el Club Banco Hispano, teniendo a su lado un gran motivador: su papá, quien en sus años de juventud, supo dejar huella como practicante en Córdoba de saltos ornamentales y buen nadador. Y tan adepta a los deportes era que a nadie le llamó la atención que quisiera ser profesora de Educación Física al terminar el secundario. Así lo hizo. De hecho, llegó a dar clases de gimnasia hasta que descubrió su otra vocación, la Administración de Empresas, profesión a la que está abocada totalmente no solo en el ejercicio de forma privada sino además como docente de secundaria.
"En el medio de los estudios, me casé y tuve a mis dos hijos. Para cuidarme en los embarazos dejé de lado el deporte. Recién cuando el más pequeño tuvo cierta independencia, tuve la necesidad de emprender algo desafiante. Recuerdo que se me planteó mientras veía un programa de televisión sobre triatlón. Entonces yo me dije a mí misma: eso es lo que quiero hacer. Y así empecé en esta actividad tan poco usual”, rememora quien tomó esta decisión en el 2006, con 35 años. "Ya era grande pero no fue un impedimento”, asegura quien en ese entonces se sumó al equipo que entrenaba en el Palomar pero que al cabo de un tiempo y por una lesión en una rodilla se vio obligada a abandonar. Entonces se dedicó a hacer mountain bike, disciplina que también practica y la llena de satisfacciones.
"En el 2011 y con la rodilla recuperada, retomé pero con un objetivo grandísimo: correr un Ironman completo (ver Diccionario del triatlón). Para eso estuve 9 meses preparándome de la mano de Gonzalo Telechea, una excelente persona y profesional que hasta el día de hoy me programa mis actividades deportivas. Así llegué al Ironman de México en el 2011 y salí en el puesto 25 frente a 150 competidoras de mi categoría. A partir de entonces no paré más”, se confiesa al tiempo que reconoce que es una de las pocas mujeres que en la provincia y en la región son competidoras de triatlón.
"Para una mujer es más difícil que para un varón porque esta actividad requiere de mucho esfuerzo, de mucha organización, de mucha disciplina, aspectos que en la vida de una, se duplican. Soy capaz de sacarle horas al descanso para entrenar y no restarles mi dedicación a mis verdaderas prioridades que son mi esposo, mis hijos, mi mamá, mis hermanos, la comunidad de oración y servicio, la profesión. En eso lo tengo muy claro: el deporte es solo un aspecto de mi vida, pero no el más importante. Pero esto no es todo. Además como mujer hay actividades como el ciclismo que tengo que hacer en grupo por cuestiones de seguridad. De todos modos, nadar y correr, lo hago por mi cuenta”, reconoce Alejandra que ya entusiasmó a sus dos hijos mayores. Ellos, empezaron a andar por el mismo camino. Y le siguen de cerca sus pasos.