Wilson Cabanay es un hombre de pocas palabras pero que no se amedrenta ante las duras temperaturas para agacharse y "ponerle el lomo” a la hora de cambiar una cubierta y más si es de camión o tractor. Es soltero, tiene 24 años y desde los 15 trabaja en la gomería, que hoy es de su propiedad. El lugar está abierto durante todo el día y la noche. "Acá no tenés horarios. Si hay trabajo, bien vale si son las 3 de la mañana, las 10 o las 5 de la tarde con el sol a pleno y que nadie sale a la calle”, comentó.
Por su ubicación en la ciudad de Jáchal, sobre calle Funes a un puñado de metros de la ruta 150, cada año espera la apertura del Paso de Agua Negra porque sabe que la clientela aumenta y con ojos que despiertan un brillo particular se anima a jugarse unas cartas al futuro, sí… cuando el túnel deje de ser un proyecto y se conviertan en reales 14 kilómetros de hormigón armado que conduzcan al vecino país de Chile.
"Con el paso abierto laburo bien de diciembre a febrero pero si el día de mañana está el túnel, este predio (señala a su alrededor) me va a quedar chico. Me imagino que no sólo va a ser un tránsito fluido todo el año sino que además también va a ser mucho más cargado de camiones”, se ilusionó Wilson.
Tras sus manos ennegrecidas por el permanente contacto con el caucho, se esconde un amante de su tierra. Es que detrás de este jachallero espigado, más precisamente del distrito de Villa Mercedes -aclaró a viva voz-, se esconde un gaucho que cada año es uno de los jinetes del "Fogón de los Arrieros", el acto culmine de la Fiesta de la Tradición, toda una marca registrada del departamento norteño.
"Yo aspiro a que cada avance para esta zona sea una oportunidad de trabajo para los jachalleros. Hoy me alcanza trabajar solo, porque atiendo a 4 o 5 camiones por día y el laburo doméstico de gente de acá cerca, pero que más quisiera tener más trabajo y poder emplear a mucha más gente de por acá y sé que el túnel sería "esa’ oportunidad que tanto anhelamos”, confesó Wilson.
