Esa leve sonrisa que parece estar instalada en su cara sólo desaparece cuando recuerda lo que pasó el 11 de octubre último cuando se enteró de la noticia que conmocionó a San Juan. Firme, seguro, abierto al diálogo, no descuida su impecable figura que acompaña con prendas poco formales pero cuidadosamente elegidas. Canas que -no creo equivocarme-, en su gran mayoría aparecieron en estos últimos tres meses y que no reflejan precisamente sus 43 años sino el paso por situaciones límites. Un hombre de carne y hueso al fin, que aún cuando podía suponer que en algún momento estaría frente a la gobernación nunca imaginó que sería en estas circunstancias. Eso condiciona hasta el más pintado.
Tampoco es la primera vez que atraviesa por hitos que marcarán una parte de la historia sanjuanina porque fue intendente de Pocito en dos oportunidades -departamento en el que su papá también ejerció el mismo cargo-; y en diciembre de 2011 su hermano mayor, Rubén Uñac, le entregó la Presidencia de la Cámara de Diputados.
Todo esto habla de un temple, de una particular forma de ser en la política. De su carácter, de su forma de resolver conflictos y hasta de un trato especial con la oposición. Un hombre ordenado al máximo desde su apariencia hasta su modo de trabajar. Rodeado de una familia compuesta por su esposa Silvana del Valle Rodríguez y sus tres hijos: Melania, Gonzalo y Facundo. Precisamente este dialogo está vinculado a sus emociones, a su esencia, que por supuesto, es lo que termina marcando cada paso que da en su rica historia política.
-¿Cómo se enteró del accidente del gobernador?
En la tarde del jueves 10, a las tres, yo había ido con él a San Martín a inaugurar una ampliación de la escuela República del Perú y luego a entregar unas casas, también iba Daniel Tomás, Margarita Ferrá y Andrés Chanampa, con quienes me quedé para participar de la caravana porque José Luis iba a los 40 años de la Universidad Nacional. Luego a las 9 me llamó para recordarme que al otro día se iba al Valle y que debía hacerme cargo de la agenda. Esa fue mi última comunicación con él. Al otro día cubrí su agenda y lo último de la mañana era una entrega de netbooks en la Escuela San Martín, frente a la terminal a las dos y media. Salí de ahí, subí al auto y cuando iba llegando a mi casa me llamó el Secretario de Agricultura (Andrés Díaz Cano), y me contó lo que había pasado. Yo me quería morir, le decía "¡qué me estas contando!", y ahí me relató todo. Pensaba en el piloto que era uno de los más capacitados, muy puntilloso, no entendía nada.
-¿Ahí tomó conciencia de lo que le tocaba empezar a vivir?
No para nada. Me enfoqué en armar el operativo. Me fui a la Legislatura, le hablé al Ministro de Gobierno y empezamos a contactarnos para realizar el traslado. En ese momento no dimensioné nada.
-¿Cuándo se dio cuenta que la provincia quedaba en sus manos?
Cuando transcurrió el tiempo, lo operaron para extirparle el bazo, recién ahí me di cuenta que esto daba para un tiempo largo, pero nunca tuve duda que el gobernador iba a salir de esto, aun en las primeras horas que fueron tan complicadas. Tuve mucha fe, además todo se iba dando de una manera que me hacía pensar eso.
-Si bien usted también fue elegido por la gente, empezaba a reemplazar no sólo a un gobernador sino también a un líder.
Sí, algo que no era un detalle menor.
– ¿Sintió miedo?
No es un sentimiento que yo experimente. No quiero parecer un bravucón, porque no lo soy, pero no es algo que fluya en mi.
Te cuento algo para graficarlo, a mi me pasó algo parecido con mi papá cuando él muere me quedé en Pocito con una interna feroz, muchos problemas, tenía sólo 30 años, y sin embargo, no me dio miedo, reacciono ocupándome de los temas.
-¿Su carácter es siempre sereno, tranquilo o tiene momentos explosivos?
Sí tengo mi carácter, pero soy de reaccionar de manera tranquila aunque con mucha firmeza.
-¿Lo sentió a Gioja como un padre en algún momento?
El es más joven que mi viejo que actualmente tendría casi 76 años, así es que con él hay una cuestión intermedia entre padre y hermano. José Luis tiene sólo 20 años más que yo, pero sí, es algo muy parecido a un padre. El parecido en estas circunstancias es que cuando mi padre falleció nos ayudó mucho a mi hermano y a mi, pero como yo era él que ponía el pellejo en Pocito se encargó de guiarme y no tenía necesidad de hacerlo porque habían muchísimos candidatos, incluso más posicionados. Hay un gran paralelismo entre esa machada que él me hizo y creo que la vida muchas veces te pone en circunstancias parecidas en momentos distintos. Salvando distancias, yo creo que mi enorme obligación hoy es, como alguna vez lo hizo él, decirle quedate tranquilo flaco, vos recuperate, poné todo tu esfuerzo en eso que yo voy a hacer todos los esfuerzos y poner toda mi voluntad para mantener esto. Quiero que cuando él vuelva las cosas estén relativamente en orden aunque a mi me gustaría que estén absolutamente en orden.
– Además le tocó un momento sumamente difícil, ¿usted cree que ha estado a la altura de las circunstancias?
Muy, muy difícil. En primer lugar estoy seguro que yo he puesto todo, hasta la última gota de esfuerzo. Y me parece aunque no debo decirlo yo, que la sociedad ha valorado el esfuerzo
– En política las rivalidades son muy fuertes, ¿en este tiempo ha reconocido amigos y enemigos?
Sí (dice dubitativo), más amigos que enemigos. A estos hay que dejarlos de lado, no se puede perder el tiempo en eso. Por suerte hubo gente que ha tendido una mano solidaria para sortear obstáculos.
– ¿Esto cambió demasiado su rutina? ¿Tuvo que adaptarse a la agenda de Gioja que era tan vertiginosa?
No porque yo también tenía una agenda, aunque en otro ámbito, muy cargada. Me dedicaba mucho tiempo al programa que había emprendido en la Cámara de Diputados que apuntaba a dos cosas fundamentalmente. Una era la conmemoración de los 30 años de democracia y la otra transparentar el sistema legislativo. Por eso incorporamos la pantalla electrónica, abrimos la Legislatura porque es uno de los poderes que mas representa a la democracia, es donde nace y se fortalece, entonces mi obligación era transparentar para que la gente vea lo que se hace bien o mal. La incorporación de esa pantalla electrónica, el cambio de imagen, la nueva iluminación, entre muchas otras cosas que apuntan a un cambio y demandan mucho trabajo. La idea era orientar todo hacia una identidad entre lo que sacábamos y lo que hacíamos, que aunque fueran pequeñeces estaban vinculadas con una coherencia. Nosotros todos los años sacábamos una ley de emergencia hídrica por la que obligábamos a la gente a cuidar el agua y nosotros regábamos con una manera de muchas pulgadas, así es que para ser coherentes pusimos riego por aspersión, optimizamos la planta de personal, por citar un par de ejemplos por lo que yo venía con muchas horas de trabajo.
-¿Tuvo que dejar cosas de lado, como por ejemplo salir andar en bici?
Al principio sí, no me daban los tiempos. Ahora no tengo el mismo ritmo que antes, pero estoy haciendo algo, pero para mi es fundamental hacer ese algo porque lo asocio no sólo con la salud sino también con mi carácter. Si hago actividad física estoy fresco, estoy bien. Me hago un tiempo en la siesta para salir a andar en bicicleta, aunque me muero de calor pero me siento distinto. También juego al fútbol.
– ¿Necesitó ayuda espiritual o psicológica en este tiempo?
No, no (dice riendo), y si la hubiera necesitado no hubiera tenido tiempo, pero sí soy una persona de fe.
– ¿Qué es lo que más le preocupa de este período en el que entrenó como gobernador?
A mi me preocupa, en términos generales, el bienestar de la gente, y está vinculado a diversas acciones que emprende el Estado y que hoy están focalizadas en el desarrollo de algunas actividades económicas que terminan influyendo en la mejor calidad de vida. Por eso lo que más me preocupa es la situación de la agricultura, no solamente por las heladas sino por cómo podemos generar cierto trabajo en conjunto con la Nación para fortalecer las cadenas productivas. El trabajo es el mejor nivelador de la sociedad. Obviamente también me preocupa el tema minero, pero en esto hay que separar la minería que está en construcción como es Lama de la que está en explotación como Veladero y Casposo que tendrán que ajustar los números pero funcionan. De los tres primeros meses del año, me preocupa la discusión salarial que es un tema para ponerle mucha atención porque lo que se proyecta hay que mantenerlo los 12 meses del año. Y a nivel estrictamente personal mi preocupación es que el gobernador se recupere totalmente.
– ¿Usted se siente gobernador?
No, no. Me siento quien reemplaza al gobernador constitucionalmente por los mecanismos que corresponden. Debo destacar el apoyo de la sociedad en este sentido, el respeto de la oposición a las diferentes circunstancias que pasamos. Desde el 11 de octubre a la fecha, hemos atravesado por momentos muy difíciles, sin embargo los hemos superado porque los sanjuaninos no queremos más vaivenes, queremos más tranquilidad, que la cosa vaya con cierto curso de normalidad y creo que todos hemos priorizado eso antes que cualquier otro tipo de aventura. Tengo absolutamente claro que sólo soy quien reemplaza a José Luis Gioja en forma totalmente circunstancial.
-¿Cómo tomaron este nuevo rol su esposa e hijos?
Con asombro porque nadie se imaginó esto. Si alguien me hubiera preguntado a principio de año sobre esta posibilidad de estar al frente del Ejecutivo, la hubiera negado rotundamente. Nos sorprendió a todos, pero ellos lo toman con normalidad,
mis hijos son adolescentes, mi hija Melania tiene 18, Gonzalo 16 y Facundo 13, y están acostumbrados a eso, siempre me he ido de mi casa a las 8 de la mañana y a las cinco de la tarde. Ellos ven que me sigo yendo del mismo modo cumpliendo con mis obligaciones.
– Se lo ve muy prolijo, con apariencia de una persona muy meticulosa.
Sí soy muy ordenado, por eso me alcanza el tiempo para hacer todas las cosas.
-Se nota en la manera de vestir, debe ser del tipo de persona que tiene la ropa ordenada por color.
(Contesta riendo) No se si tan ordenadito, pero cuando me lo pongo lo hago con cierto orden.
-Prolijo sí, pero no formal, más bien canchero.
Sí, sí, porque no va conmigo. Acá tranquilamente podría venir de corbata, pero no lo hice nunca, bueno salvo alguna cuestión muy puntual. Le pongo mucha atención al tema del orden y la prolijidad para vestirme.
-¿Cuál es la cara que más le gusta de la política y cuál es la que más detesta?
La que más me gusta es la de trabajar para construir y fortalecer el bien común. Si bien eso es algo demasiado amplio, pero cuando estás entregando un barrio, cuando pavimentás una calle, cuando inaugurás un centro asistencial, un hospital, lo estás haciendo. Lo más complejo, lo que no me gusta son todos los excesos que puede generar el poder, cuando no se reconocen límites y vas por encima de las personas, de las leyes, te llevás por delante la Constitución. Los excesos en esta actividad se pagan caros. Cuando te sentís omnipotente, eso te vincula a la soberbia, esos excesos son los que repudio. Particularmente soy más de la tranquilidad, del ejercicio pleno de este trabajo, de poner todo para hacer las cosas, de la prudencia, la humildad, y el respeto hacia el otro. Creo que lograr el equilibrio es lo correcto.
–¿Qué posibilidades le ha dado este tiempo a cargo de la gobernación?
De ponerme a prueba en distintas situaciones límite, de saber hasta donde mi carácter podía aguantar y no desbordarse, básicamente eso, y por supuesto seguir acumulando experiencia, pero lo primero fue lo fundamental porque he pasado situaciones extremas como la de los saqueos.
-¿Qué le dirías a los jóvenes, a las personas en general, respecto de cómo salir adelante en situaciones críticas?
Que las circunstancias extremas siempre cesan. No tenés que ser parte del problema porque no vas a solucionar nada, hay que tener una mirada desde una perspectiva distinta para superar obstáculos. Hay que pensar que los problemas son como un huracán que te va envolviendo y si te metés terminás super mareado y no salís más. El tema es encontrar el punto justo para decir yo no me voy a enredar en esto con la más absoluta tranquilidad y generar un hecho que de vuelta la página.
– ¿Habló con Gioja después del accidente?
Desde entonces lo visito todas las semanas aún cuando no hablaba. En un momento cuando tenía la traqueotomía le ponían un dispositivo por el cual se expresaba algo, igual yo le contaba algunas cosas porque él es el dueño de esta historia. Después, cuando pudo, me escribía algunas cositas. Ahora que está hablando algo, sin perder de vista que está en terapia intensiva, en el lugar de máximo cuidado, he podido charlar con él un poco.
-¿Qué espera para el 2014?
De los anhelos colectivos espero que San Juan pueda superar los escollos que tuvo y que pueda afianzar el camino del crecimiento que nunca se ha perdido porque para algunos parece que San Juan es Lama, y es apenas una partecita de la minería. Que los sanjuaninos nunca perdamos de vista que no se puede construir una sociedad justa e igualitaria sin paz social. Eso es indispensable, sobre esa base podés discutir, hablar e intercambiar ideas, porque es lo que yo digo, lo que dice el otro para encontrar el camino adecuado, un punto medio para que las cosas funcionen. Creo que hemos superado momentos difíciles desde el 11 de octubre, fecha desde la cual los sanjuaninos vivimos una situación diferente, porque hemos apostado al diálogo. Que seamos prudentes, tolerantes para construir sobre la base del diálogo. En lo personal anhelo que Dios me de salud, a mi y a mi familia, a partir de eso todo se puede hacer porque te podés sacar la lotería pero sin salud no haces nada.
Uno de los días más felices de mi va a ser cuando el gobernador se restablezca y firmemos el acta de traspaso de mi vicegobernación a cargo a su gobernación. Algunas personas que me rodean me dicen que no diga eso, pero yo no me aprovecho de una circunstancia, lo que yo hago lo construyo en función de mis circunstancias y no a la de otros. Esto lo considero temporal y circunstancial, sería un error diseñar en base a esto. De lo que pueda devenir en mi futuro me encargaré yo de generarlo. Eso no me preocupa ni mucho menos, sí me ocupo de mi futuro pero haciendo cosas, trabajando, el resto luego llega solo.