El oro sigue su carrera ascendente a punto tal que la semana pasada alcanzó un máximo de cotización de la última quincena. El motivo: siguen llegando inversiones al sector de las materias primas a nivel internacional y el metal dorado se consolida como refugio de valor contra la crisis económica y la inflación.

Es cierto que el oro ha tenido dificultades para sostener sus subas cada vez que logró quebrar sus propias marcas, pero a esta altura de los acontecimientos los analistas bursátiles coinciden en señalar que este commoditie nunca baja de los 1.095 dólares.

Todo esto apuntala el interés de los inversores por el oro.
Según publicó la agencia Reuters, el oro al contado subió hasta 1.127,75 dólares la onza el jueves pasado y de esta manera marcó un nuevo récord contando desde el 17 de marzo. Luego bajó un poco hasta los 1.123,95 dólares en la Bolsa de Nueva York. Las operaciones a futuro también mostraban una buena perspectiva en la city norteamericana, con un avance de 11,60 dólares la onza. La tendencia se trasladó al cobre y a los metales preciosos emparentados con el platino.

Para algunas publicaciones especializadas en temas económicos, el mundo experimenta una nueva “fiebre del oro”. Así lo describió la revista Fortuna: hasta el año 2005 el valor habitual de la onza troy rondaba los 400 dólares, pero a principios de 2007 pasó a 600 y el 4 de diciembre del año pasado alcanzó su récord histórico de 1.226,56.

Según la línea de tiempo publicada por Fortuna, en 1971 el entonces presidente Richard Nixon decidió dejar de lado la convertibilidad del dólar en oro, puso punto final al sistema de Bretton Woods, y la onza tocó un piso de 40 dólares. Dos años más tarde se sintió el primer remezón petrolero y los inversores se refugiaron en el metal dorado. Se consolidó el oro como reserva de valor por excelencia. En 1979 ocurrió el segundo tembladeral petrolero y el lingote trepó sin freno hasta los 850 dólares la onza. Fue durante la invasión rusa de Afganistán.

Sin embargo, a posteriori el precio del metal precioso se “planchó”. Entre 1985 y el año 2000 los inversores abandonaron el oro por otros activos que ofrecían un mayor rendimiento. El peor año fue 1999, cuando Gran Bretaña comenzó a vender sus reservas y la cotización del bullon tocó su nivel más bajo en 23 años.

La historia reciente, desde 2007 en adelante, estuvo marcada por la crisis internacional, el derrumbe del mercado financiero y el regreso a los commodities como resguardo. Así el oro comenzó una era de bonanza por encima de los 1.000 dólares la onza.