El verano parece no querer alejarse en materia de altas temperaturas y con la mayor cantidad de días no laborables el arribo a lugares turísticos de todo el país no tiene fin.
En este contexto, el comercio frutihortícola ha sabido generar un nuevo ámbito de ventas, donde los precios de verduras y frutas salen de los parámetros normales al igual que sus formas de comercializar y canales de distribución.
Sólo basta recordar que durante enero y febrero un melón de Media Agua, en cualquier verdulería de las ciudades circundantes a los balnearios de la costa, no baja su precio de unos $20,00 la unidad; mientras en los mercados locales osciló los $3,33 la unidad esta semana.
Ni hablar del precio de la uva de mesa, por ejemplo, donde las verdulerías de la costa exhibían precios de $15 el kilogramo de las variedades blancas y de $17 para las de color, cuando en el Mercado de Rawson, la uva moscatel esta semana se conseguía alrededor de los $1,90 el kilogramo.
En el caso de la verdura también están las diferencias de precios y, por ejemplo, un repollo en la costa oscila alrededor de los $6 el kilogramo mientras el tomate redondo puede llegar a valer de $6 a 9 el kilogramo; mientras que en San Juan un repollo de 2 a 2,5 kilogramos le puede costar entre $3 y 4 y un kilo de tomate redondo tipo plantense en la feria rawsina, cuesta $1,40 el kilogramo.
Mejorar la venta
Claro está entonces que para llegar a la playa y acceder a precios y retornos que en ella se están obteniendo, debemos mejorar nuestra apuesta al marketing frutihortícola.
En la arena de la playa por ejemplo, un choclo cocido con una pincelada de manteca o margarina derretida y un poco de sal cuesta $8, es decir, 10 veces más que en la feria local. Por ejemplo, un vaso de jugo de melón, elaborado con una tajada gruesa de esta cucurbitácea; cuesta $15 el vaso más chico.
Hace unos años, la familia Bolzonella dio los primeros pasos en las playas comercializando uva en fresco con muy buena demanda. Pero el esfuerzo luego se vio interrumpido y si bien en los parajes turísticos como en otros lugares debe "pagarse el derecho piso", cada vez vale la pena más diseñar una estrategia sectorial con el apoyo y paraguas oficial para romper el hielo y avanzar en tipo de mercados.
Pero la pelota es claramente del sector privado, donde hace falta incentivar el desarrollo y agregado de valor local a la producción y el procurar acceso a nuevas técnicas y formas de comercialización.
De lo contrario, no sólo seguiremos renunciando nuestras tierras cultivadas a los emprendimientos inmobiliarios y comercializando cada vez menos frutas y verduras, sino que, nos veremos obligados en poco menos de una generación, e introducir estos alimentos de regiones provincias vecinas. Eso sí, a un costo cada vez mayor, como el de la playa.

